2007-09-11

Tiempo de abrazar y los cuentos de 1933 a 1950
Arca. Montevideo 1974.

En 1941 Onetti realizó un segundo viaje a Buenos Aires. Colaboraría en los suplementos literarios de La Nación, la revista Vea y lea, y otros medios. El diario La Nación publicó Un sueño realizado, sobre el que Onetti dijo: «Un sueño realizado nació de un sueño: vi a la mujer en la vereda, esperando el paso de un coche, supe que también ella estaba soñando». Ese mismo año fue finalista con Tiempo de abrazar del premio Farrar & Rinehart. La novela logró una importante aceptación. Tanto que un jurado declaró: «Creo que Tiempo de abrazar será un gran éxito el día que se publique y dará lugar a juicios apasionados». Lamentablemente, Marcha sólo publicaría fragmentos de la novela, antes de la pérdida y posterior recuperación casi veinte años después, cuando Arca la publicó junto con una recopilación de fenomenales cuentos.

―La novia robada y otros cuentos, en el '68 ―viene pasando lista de libros el entrevistador español―. Aparece luego una extraña novela perdida, que al parecer estaba en posesión de una hermana suya.
―Habían quedado algunos capítulos. Es ésta ―el escritor uruguayo toma el título de Arca―. Tiempo de abrazar.
―Es ésa, exactamente.
―Esto lo han publicado como una novela. Pero es mentira. Son fragmentos de una novela. Son capítulos que se pudieron recuperar. Yo después me fui a Buenos Aires, y perdí todo.
Entrevista a JUAN CARLOS ONETTI por JOAQUÍN SOLER SERRANO,
1977

—Estaba pensando... Aunque te parezca que soy tonta. ¿Sabés lo que sentía antes...? Me daba vergüenza; como si ser virgen fuera algo anormal. Tenía vergüenza de sentirme, pensando en las otras... En las mujeres que ya eran mujeres.

Una chica Onetti.
Pienso en los brazos, senos y pies que arrebatan. En las especulaciones de Onetti sobre el sello de la virginidad.
Tapa de la primera edición: curvas de una mujer que parece la diosa de un templo hindú. La sueño en bajorrelieve y sexualmente entrelazada a otra armónica figura, que, como se llama, hace de apoyo.
Prosa admirable.

—Virginia.
Se miraron, sonriendo. Luego él vio morir el guión de la cortina y, con los ojos fijos en el ángulo en que había estado, murmuró:
—Tenía un miedo... después de la carta. Pensaba que todo había terminado. No por celos; pero tenía miedo de que esto, tal vez lo más grande que haya, lo conocieras con otro. Con alguno demasiado bruto; demasiado macho para tu ternura...
Ella saltó levemente, acariciándole un brazo con los perezosos dedos.
—No, Julio... No podía ser. Yo presentía lo lindo de esto, vida. No me hubiera animado a estropearlo. Tenía que ser contigo... contigo, vida querida. Y yo estaba tan segura de que iba a ser...; y lindo, lindo, lindo...

Tiempo de abrazar me hechizó desde la mitad hacia adelante. El erotismo es implosivo y moroso. […] Mierda, damas y caballeros. No era el pensamiento humano quien trazaba cauces para el instinto. Eran las mismas almas puras, los hombres rectos, los perfectos caballeros, las damas con neuralgia en lo ovarios […] Jason en la muchedumbre, último parágrafo, una bestia pulcra.

En mayo de 1976 la revista Crisis rescató un capítulo perdido. Fue publicado con el título La total liberación.
[…] Algo nuevo había aquella noche en Isabel. Un elemento extraño se agregaba a ella, evidenciándose en los ojos ausentes y la boca entristecida. Al besarla [Jason] sintió tan claramente la existencia de aquel algo indefinido y molesto, que la tomó por los hombros y la interrogó con sencillez, buscándole los ojos […]

La edición que tengo en mi biblioteca posee tapa celeste y dura. Título ocho de la serie Club Bruguera.

Tiempo de abrazar
Bruguera. Barcelona 1980.


3 comentarios:

silv dijo...

Dicen que una becaria (probablemente norteamericana) fue a visitar a Onetti en la epoca que ya nunca abandonaba la cama y, luego de conversar y escuchar sus halagos el viejo le solto: "No sea tan putita, mi querida"

Las mujeres y Onetti...

Pastora dijo...

Había una vez, una escalera subiendo “hacia la vida ardiente de la calle." Y Un sótano. El profesor creaba una columna de humo sucio que iba desde el estómago hacia el cerebro del alumno. Y el alumno estaba “estomagado”.
¡Si no fuera por la fuerza ciega de la vida! Si no fuera porque ser joven es vivir dentro de una confesión animal, el alumno se dejaría caer allí, en la cavidad oscura del recinto. No intentaría la subida.

[Jasón] “miraba el brillo grasiento de la baranda, y no podía rechazar la imagen de todas las manos – ágiles, cansadas, finas, ásperas – que se habían apoyado en aquella lista de madera, dejándola un poco más pulida, un poco más sucia. Los hombres del horario nocturno, gordos, sin afeitar, haciendo crujir los escalones con sus gruesos zapatos. Las muchachas del turno mañana, dientes blanquísimos, vestidos flotantes, risas y carreras. Las manos – blancas, velludas, oscuras, pequeñas, venosas, húmedas – corrían como arañas hacia arriba, ya trepando, ya con rítmicos saltitos”

Pienso en la imagen de la escalera que Onetti imaginó, pienso en la largas manos de Onetti. Me transformo en una mujer- madera. Un poco más pulida, un poco más sucia, me abandono entre las sábanas, no hay vértebras.
De joven viví dentro de un "Tiempo de abrazar".
Pienso en él. La felicidad de los hombres tiene los brazos contraídos.
La felicidad del varón es una subida.
Onetti representa a Jasón en las escaleras. Él hace avanzar a golpes cortos su mano por la baranda.
Quiere quebrar el himen perlado de una muchacha.

Patrick dijo...

Leí durante los últimos días varias veces "Tiempo de abrazar", quiero decir sobre todo la última parte, desde donde dice: "En una mano tintineaban alegres los vasos -hasta donde termina- él veía brillar la luz en los dos tajos de agua de donde nacían los dedos de los pies."
Onetti no pierde nunca, para nada, la grata aspereza que lo caracteriza. Hay que leerlo al bestia, jua.
Para quienes no leyeron "Los adioses" y "El astillero", los recomiendo.
También volví una vez y otra vez al reencuentro de Jason con Cristina, la falta de interés de Jason, interés que no era ya tan intenso a pesar de las nalgas apretadas en el rojo sangriento del vestido. En esta parte de la novela me atrae mucho la coexistencia del deseo y el rechazo. Tal vez ése sea el tiempo de abrazar. Entonces bruscamente "un roce de pies desnudos resucitó el dormitorio." "Cuando quiso girar tuvo un seno en la mano. El cuerpo desnudo se apretaba contra sus ropas. Caliente, macizo, con un agresivo olor de hembra joven."