2007-12-14

Pasa el tiempo suficiente conmigo, y ni lo verás siquiera.
El escritor viaja al encuentro de Héctor Mann en avión, no sin angustia pero acompañado por Alma, una joven con la mancha de un antojo en la cara, que lo saca a la fuerza del aislamiento en que se encontraba
Él había tenido un accidente en el camino de regreso a su refugio; chocó con la camioneta al intentar esquivar un perro.
¿Mr. Bones?
Al llegar, lo aguardaba la desconocida Alma.
Ahora emprenden juntos el viaje en avión hacia Nuevo México, donde ella dice que está Héctor Mann. Alma se lo asegura. Acaricia la mano del escritor. Alma toma la mano al momento de despegar del aeropuerto donde se estrellaron la esposa y los hijos del escritor.

El penúltimo capítulo consiste en una cadena de especulaciones construidas a partir del acto de hacer algo para luego destruirlo. Tópico en paralelo con la historia de Martin y Claire, Héctor, Frieda, la joven asesinada, el escritor mismo y Alma. Giros y más giros sobre el mismo asunto.
Horas después, la copia de Martin Frost será destruida.
Pregunto dónde quedó el antojo de Alma.
Cuando Zimmer y Alma se ponen de acuerdo en viajar a Nueva México, después de una primera reacción, contraria y violenta, se da entre los dos un bello diálogo. Quiero copiar unas palabras de Alma a Zimmer:

«Pasa el tiempo suficiente conmigo, y ni lo verás siquiera».

En dicha conversación hay una referencia a El antojo, cuento de Nathaniel Hawthorne.
El cuento está en la biblioteca de Alma. Afuera se queman todas las películas de Héctor Mann.


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