2008-02-26

Dudó Ricardo Reis sobre el vocativo que debía emplear, una carta, en definitiva, es un acto delicadísimo [...] Hay equívocos sentimentales que justamente se iniciaron así [por el vocativo mal empleado].

Por ejemplo, mi querida Marcenda, por qué suya, querida, por qué, es cierto que también podría escribir, mi pequeña Marcenda, o mi cara Marcenda, y lo intentó, pero lo de pequeña le pareció ridículo, y lo de cara aún más, y después de romper algunas hojas se encontró con el simple nombre, por él nos debíamos tratar todos, llamaos los unos a los otros, para eso mismo nos fue dado nombre y lo conservamos. Entonces escribió, Marcenda.
...
Habiendo escrito pocas palabras se detuvo a pensar, luego continuó, dio las noticias, ya fue dicho cómo, componiendo y adecuando, uniendo partes, llenando vacíos, si no dijo la verdad, y mucho menos toda, dijo una verdad, lo que importa por encima de todo es que esta verdad haga felices a quien escribe y a quien lea, que ambos se reconozcan y confirmen en la imagen dada y recibida, imagen ideal, imagen que por otra parte quizá sea la única.

2 comentarios:

Gustavo López dijo...

Hablando de cartas... el blog ayer recibió algunas visitas muy simpáticas a través de palabras claves:

dibujo ballena monstruosa
dueño del luna park
quiero una novela de saramago.


Supongo que por la ballena hubo un niño y lamento no haberlo podido satisfacer. A lo sumo él habrá leído aquello del tiburón, el tintero, el esperma y el sub-sub-librarian. La búsqueda de Tito Lectoure, pone a este señor a la altura de un capitán Ahab, o casi. La tercera me hizo nublar los ojos. Puedo pensar que es una botella arrojada al mar... o una extraña búsqueda con sentido práctico.
No sé.
En el último caso, puedo decir que yo descargué muchas, entre las que estaban Ensayo sobre la ceguera, El Evangelio, Todos los nombres, etcétera. Y las uso demasiado cuando escribo (Find me está mirando con las orejas bien paradas), porque me resulta más eficaz la búsqueda en el texto digital por medio de palabras claves.
Hace unos días, Silv mencionó en un comentario que le había gustado un capítulo, el de las cartas. Se nota, creo, la influencia de la carta para Marcenda en una parte de dicho capítulo de mi novela.
Otro ejemplo, cuando La chica hindú mencionó esos perros de Las nubes, busqué los perros-gaviotas en la edición digital. Por otra parte, no tengo La nubes. Leí algunos capítulos en el libro que retiré de la Gálvez y el resto en pantalla.

Parágrafo aparte se merece una búsqueda muy repetida:

mapa de america del siglo xv, xvii

Imagino que suele tratarse de una "tarea para el hogar", es decir de cero segundos de lectura en pantalla: biblioteca de Sevilla, barco encantado, Ptolomeo, Quijote, pero ayer se llevó las palmas: 14 minutos 54 segundos... niño, vuelve... aquí tengo tu pelota.

La ninfa dijo...

A falta de "carta de amor" te mando una postal de viaje atrasada. Estuve a comienzos de enero en La Quiaca de camino a Bolivia. Las calles eran recorridas por comparsas de niños y niñas celebrando la semana de Reyes. También vi jugar "quechis", con vuelteros que corren y manchadores que tratan de impedir las vueltas en las cercanías delrío que separa laQuiaca con Villazón. Cuatro árboles (cuevas) hacían de tablas de salvación, a más de 3 mil metros dealtura.
Recién pensé: el chico que dejó las tareas para irse a jugar... me acordé que una tarde, en el hotel, escuché tu cuento largo. Vos que leías que había chicos y chicas que juegaban en elrío, y pronunciabas algunas palabras en quechua. Entonces me fue imposible no transponerlos con los que estaban afuera, en la frontera con Bolivia, en aquellos páramos de la Puna.