2008-03-27

Hay una parte de ...and that's me on the left with the beautiful legs, capítulo con Sandra, Carlos, Martín y las barricadas, que me pareció bárbaro. Se empieza a poner bueno cuando Martín da con un pañuelito blanco la orden al grupo de resguardarse en una iglesia de la represión policial. A Sandra le maravilla ese Martín, tan líder.
Y Martín parece haber olvidado por completo que hace instantes encontró a Sandra abrazando a un argentino en la pocilga andina, así denomina Martín a la pieza de Sandra en París. Martín había antes dejado un rato a Sandra para buscar a Carlos y salir a manifestar juntos. Luego Carlos se quedó abajo mientras Martín subió a buscarla. Martín apareció un instante después con Sandra, y un nudo en la garganta, una rabia total, y una incertidumbre espantosa.
Una vez en la calle los tres, Carlos se daría cuenta de que la ninfomanía de Sandra, Sandra Anita María Owens: el nombre completo, estaba haciendo ahora, debido a las citas de Marx en alemán, efecto con él mismo. Así que se aisló de Sandra.
A la salida de la iglesia Carlos verá aparecer abrazados a Sandra y a Martín. Tan líder de masas, Martín.
Pero Sandra no tardará nuevamente en fijarse en Carlos, que irá hundiéndose en la contagiosa euforia de la antorchas. La represión acosará otra vez, pero Carlos se adelantará a todos los manifestantes como si nada de represión a la vista, declamando revolucionara y filosóficamente, y como Robert Mitchum en dirección a Troya, para recoger un adoquín que guardará de recuerdo de aquel famosísimo mayo del sesenta y ocho. Nada más. Gran desilusión de Sandra y alegría de Martín Romaña. Sin embargo, aparecerá el ex-grupo, incluida Inés. Entonces Martín morirá de celos, verá al ex-grupo como si lo hiciese a través de un aleph, es decir, verá quien se acuesta con Inés, quien se acuesta con Sandra. «Vi y vi y vi que no hay nada que hacer, Carlos. Lo mejor era irse a dormir, y que la historia nos juzgue».

1 comentario:

chica hindú dijo...

Despues de tanta Guerra gaucha en Buenos Aires, durante la semana, Martín Romaña me hizo pillar de risa y salir un poco del ojo del tornado.