2008-07-07

Alguien que escribe acerca de sí mismo. Me pregunto cómo hacerlo subrepticiamente. Esto me quedé pensando después de que terminé de leer tu novela inédita: Investigaciones en masa (2007)
¿Cómo hacés vos?, quiero decir.
Porque Proust es el escritor arquetípico del recuerdo. Y tengo que admitir que me perdí un poco en sus libros, a pesar de que solamente cuentan cinco o seis episodios. Con el Ulysess (1922) de Joyce otro tanto. Tu novela es bastante liviana, no resulta de lectura difícil. Me refiero a poder diferenciar la textura de los personajes, que son muchos.
Quizás porque leo con la ayuda de un programa oral, me pasa que, cada vez que voy a retomar, lo hago por la primera línea. Al cabo de unas páginas, interrumpo la escucha y voy el lugar adonde había dejado. Eso hace que recuerde mucho los comienzos de los libros. Y en el tuyo aparece la mami. Una abuela transgresora. Ella no tiene que justificarse en la vida; en cambio su hija se pontifica permanentemente. Y el marido de esta hija también. La abuela atorranta es un personaje muy potente.
Hay una parte en el medio donde me trabé. De repente, la narración me condujo al pasillo de un museo donde había un bebé. Yo venía fuertemente enganchado con la historia familiar: padres, abuelos, tíos y primos... buscaba una conexión. Me pregunté si se trataba del bebé de un familiar, pero no lo era. Se produce un impacto en la novela familiar a partir de la mitad.
Más adelante me pasó con la rata. El tipo no le da bola a su hijo cuando lo pone a vigilar desde arriba de una silla, y la silla se le rompe, y el nene se cae. Al padre solamente le importa la rata. Luego sucede el incendio, que es la muerte.
La esposa del protagonista es Vanna. Pensaba en la expresión: "carne vana" para hablar de cierta superficialidad, que finalmente no es tal.
Puesto en exegeta, me gustaría forzar el enlace entre las partes violentas de la novela con las historias familiares. Las páginas de la novela trasudan abominación de lo familiar. Una cuerda entona y otra desafina.
Explícitamente la novela habla de los libros violentos, pero el texto mismo me hizo pensar en obras de Osvaldo Lamborghini. En El fiord (1969) y El niño proletario (1973). También en William Burroughs y su novela: El festín desnudo (1959). La violencia aparece en estos libros con intensidad, pero, en ocasiones, gratuitamente para la lectura.
En tu novela pude reconocer dos ejes de violencia: el neurótico-familiar y el de la especie humana. Pero todos los espacios de violencia son ficciones. El narrador se ahoga en los escenarios mentales que arma; sólo muestra placer en indagar en las cartas de amor del padre a la madre. Hay formas de violencia sutiles, que pienso que son las ponderables realmente. Cito como ejemplo dos:
1. Las peleas de los mayores en la ruta, o bien, lo que el niño debe obligadamente tener que soportar oír de sus padres en el auto que va al lugar de veraneo.
2. La escritura del niño con el dedo en la espada del padre.
Son ámbitos de sufrimiento colosales.
Me quedaría una pregunta por resolver: ¿Quién es el lector? En primera instancia podría decirse que Vanna. Pero podría ser también el narrador, que es lector de su propia historia.

Por Norberto Butler


2 comentarios:

chica hindú dijo...

Inevitablente enlazo esta entrada con la de Los libros violentos, donde coincido. Los libros no son explícitamente violentos en relación al tema que tratan, sino como propuesta de escritura, que en sí misma es violenta en tanto construcción.
Pienso en Onetti y La vida breve, cuando crea personajes personajes que se duplican y ellos mismos pasan a ser una ficción para luego crear otra. La sensación es que por momentos la novela es magnífica, en otros es errada, mal hecha y al final perece inconclusa.
Entiendo la violencia es esos términos...y a riesgo de estar diciendo lo mismo que el autor del blog, mejor callo.

Patrick dijo...

Quería comentar que, habiendo leído (y vuelto a releer)los 3 primeros capítulos, coincido con Norberto y lo que dice con respecto a la violencia sutil en la parte del viaje a Mar del Plata. Volví ahora a leer que Pastora también llamó laatención sobre ese viaje, una violencia en la que eramos transportados (parece que todos) en la infancia por la Ruta 2. De verdad que había demasiada muerte en esa ruta. Cuando leí en diciembre me había conmovido mucho la escena de la caída de la bicicleta, de ese mismo capítulo. Me pregunto si aquella parte que fue grabada es lo que produce ese impacto que dice Norberto. No la parte grabada del 25 de mayo. sino la del callejón. Esos momentos distintos a lo mejor estén vinculados a lo que comenta Chica Hindú, y como La Vida Breve, resulta una novela con varios planos de acontecimientos intersectados. Norberto menciona dos formas de violencia y la intersección de dos planos es una recta. En el capítulo segundo hay un accidente fatal en una ruta que va de Junín a Lincoln, mientras que en el primero la madre viaja al sur de Brasil, venerando el campo argentino y la patria.....Best wishes.