2008-08-25

Michael Kohlhaas se dedicaba al comercio de caballos. Camino a Leipzig tuvo que pagar un peaje inesperado e incluso debió dejar dos caballos negros en garantía, ya que no contaba con un pase que le fue exigido y le urgía llegar a tiempo a la feria. Un criado quedó en compañía de los dos caballos negros.
En Dresde, comprobaría que el pase carecía de fundamento legal.
A su regreso, y después de haber vendido todos sus caballos, se anotició de que el criado había sido expulsado.
«Con oscuros presentimientos abrió entonces el vendedor las puertas de la cuadra donde estaban sus caballos. Pero su asombro no tuvo límites al ver que en lugar de sus dos animales relucientes y bien alimentados había allí un par de jamelgos esqueléticos y agotados; sus huesos sobresalían de modo tal que podrían haber sido usados como perchas, las crines y el pelo estaban sucios y apelmazados. Constituían una verídica imagen de miseria animal.»
Este es el comienzo de una guerra.
Kohlhaas iniciará una cruzada contra los señores. Formará un ejército, y el propio Martín Lutero deberá intervenir en la guerra, porque el vendedor de caballos masacrará inocentes en busca de la restitución de sus dos caballos negros en las condiciones en que los había dejado.

Una joya de la novelística alemana de principios del siglo XIX.
Vista de primeras páginas


2 comentarios:

Víctor Sampayo dijo...

Buena recomendación. Sin embargo está la duda acerca de los diversos tipos de caballos, sobre todo en cuanto al color y sus combinaciones: la categorización que hace Güiraldes en Don Segundo Sombra hasta el momento me parece insuperable...

La ninfa dijo...

Me sorprendió este libro.

En cuanto a la recomendación gauchesca... está la duda. Aparte de los caballos, que quizá pueda estar bueno, debería volver a llerlo, conservo recuerdos vagos y antipáticos de la novela de Don Segundo Sombra. Me acuerdo de un rodeo infinito, unas tías que no sé ...algo que parece Tom Sawyer, pero que nunca termina de configurarse como una aventura.