2010-08-30

Me acuerdo de distintas partes desconectadas del libro de Bolaño, pero me gustaron realmente aquellas como la de Ulises en Israel y la continuación de esta historia en boca de Heimito. También el duelo de Arturo con el crítico Iñaki Echavarne, la repentina aparición de Arturo en el episodio del pozo y su relator con las pesadas frases en latín, la reunión provocada por Octavio Paz con Ulises en el Parque Hundido y el punto de vista de la secretaria de Paz, Arturo en la inmensa África —de repente, me viene un grupo que recorre la campiña francesa haciendo trabajos, recuerdo a un alemán con una camioneta y al encargado del camping...—. La road-movie entre el camaro y el impala me fascinó y también la reunión final de los personajes.
Pero la había abandonado antes de la mitad, cuando vos empezaste a escribirme acerca del libro. Así que en parte la lectura te la debo, no sé, pero creo que yo no la hubiera seguido. Ahora que la terminé, y me alegra haberlo hecho, pienso que la novela contiene dos programas, por decirlo de alguna manera: el del dúo como poetas y el de los poetas como héroes. Ahora bien, el libro tiene a su vez dos partes: el diario de García Madero y el diario coral o construido a partir de fragmentos.
Bolaño insertó en la mitad, lo que se esperaría que fuera al final, y me parece excelente, aun con la molestia que conlleva transitarlo.
Vos leíste dos veces la novela, la primera con intención de revolearla al mar y desconfiando si era muy buena o una porquería. Pero en la segunda te atrapó el armado de la trama, las voces distintas que van delineando a los personajes, y entonces planteaste la pregunta: ¿quién es Arturo Belano? ¿El poeta fracasado e impotente, el héroe que rescata al chico del pozo, el que mata a los mafiosos? Y así, el tratamiento que la novela da a cada uno de los personajes.
El insert tiene su encanto, por supuesto, a causa de las versiones diferentes y las miradas parciales, sin embargo, me costó mucho remontar algunas de esas miradas y me parece que el descalabro narrativo responde a la idea de exhibir un futuro hecho pedazos, quizás en relación con otra cosa que dijiste que te había encantado: el sobrevuelo de la década del setenta a través de los ojos sin patria y con los ideales vencidos de exiliados peruanos, chilenos, argentinos. Cuando pienso en algo hecho pedazos, me refiero a algo narrativamente diferente al diario de García Madero, e insertado ahí, quebrándolo todo con sus brillos pero también con sus sombras, como no pudiendo engarzar ese presente.
La cronología del insert transcurre a continuación del diario de García Madero. Pero, en definitiva cuenta de forma oscilante la misma deriva de aquellos poetas que se convertirán en héroes, aunque en un lapso más grande que en el de las coordenadas de García Madero: veinte años más, hasta 1996.
Sin territorio fijo y con muchos puntos de vista, que conviven o están en lucha, el insert tiene la forma de un espejo astillado o roto, donde cada pedazo refleja una parte de la totalidad, pero nunca la totalidad. Y este modelo resuena sobre el diario «clásico» de García Madero, fracturándolo.
Te dije el miércoles que cuando terminé Los detectives me puse a leer tus e-mails. Ahora, que lo hago nuevamente y de corrido, tu voz parece constituirse en otra más del libro. Mi imaginación me hizo pensar en un encabezado:

Patricia Martínez Bin, una tarde de lluvia frente al Mediterráneo, en una mesa del bar La fusta, Barcelona, septiembre de 2009.

No sé exactamente si estuviste por esa fecha en Barcelona.
¿Te gusta? Más adelante yo podría inventar mi propia entrada.

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