2013-11-12

Segunda clase

En una trasnoche televisiva, di con Plein soleil, una adaptación cinematográfica de la novela de Patiricia Highsmith, con Alain Delon como Tom Ripley. La agarré empezada, en la parte en que Tom es abandonado en el bote, un poco antes del asesinato de Phillipe (Dickie en el libro). Felizmente, la película se diferencia de la novela bastante más que una faca de un remo.
Al comienzo de la novela, por encargo del padre de Dickie, Tom va embarcarse en primera clase, en un transatlántico desde Nueva York a Europa. El día de la partida, un grupo de amigos lo esperaba en el camarote. Tom se molestó, pero guardó silencio. Los amigos bromeaban, habían deshecho la cama y revisado todo. Brindaron con whisky, usando los vasos del lavabo hasta que el camarero trajo suficientes vasos para todos. Una amiga jugó a esconderse en el ropero y a hacer el viaje como polizonte, junto a Tom. Fastidiado por la sorpresa, Tom dejaría el camarote y saldría a la cubierta.
Cuando la tripulación dio la orden de que las visitas descendieran, Tom decidió volver, aunque supuso que encontraría todavía a sus amigos y que tendría que echarlos a la fuerza. Entonces, dio un rodeo.
Tomó una escalera estrecha y se topó con un cartel que decía: CABIN CLASS ONLY. Sin embargo, Tom traspuso la cuerda de la que colgaba el cartel, porque a nadie le importaría que «un pasajero de primera clase se colara en segunda».
Cuando percibió el movimiento del transatlántico, se dirigió de nuevo al camarote. Entró con cautela. Vacío. El cubrecama extendido. Los ceniceros estaban limpios. No había ninguna señal de que los amigos habían estado allí. Tom se relajó y sonrió. ¡A esto se llama un buen servicio!
En los días que siguieron, para matar el tiempo, compró una gorra y se divirtió probándosela ante el espejo del camarote. Se preguntó por qué nunca había pensado en usar una antes. Podía parecer un hacendado terrateniente, un matón, un súbdito inglés o francés, o, un excéntrico estadounidense, dependiendo de cómo la llevara.
Empezaba una nueva vida.


Tom fue a la biblioteca en busca de la novela de Henry James que el padre de Dickie le había preguntado si había leído. Como no la encontró en los estantes, consultó por el título al encargado: ¿Tienen The Ambassador [sic], de Henry James?. Lo sentimos, pero no lo tenemos, señor.
Tom sintió que debía leer ese libro y se le ocurrió probar en la biblioteca de segunda clase. Lo encontró, pero cuando proporcionó al encargado su número de camarote para llevar la novela en préstamo, éste le dijo que a los pasajeros de primera clase no se les permitía llevar libros de la biblioteca de CABIN CLASS. Lo sentimos mucho, señor. Tom se lo había imaginado y retornó la novela dócilmente al estante correspondiente. Habría sido fácil para él esconderla debajo de la chaqueta, «increíblemente fácil».
Este fragmento del viaje condensa todo el programa para el desarrollo de la novela de Highsmith. Planeo ahora ver desde el principio la película de René Clément, así como también buscar el libro de Henry James: Los embajadores —me provocó gracia la situación en torno a las bibliotecas del transatlántico.