2015-06-10

De dónde

Durante las flexiones de abdominales que preceden a las piruetas del jinete supremo o primer centauro de la Confederación, estas líneas de La liebre a modo de notas para la Apología del matambre:

«Qué equivocados estaban los plumíferos salvajes al suponer que era la sombra de sus crímenes la que se proyectaba en su conciencia. […] si sus enemigos se equivocaban con tanta precisión era porque la oposición era el sitio desde donde todo se veía al revés; eran los crímenes que [el Restaurador] no había cometido los que lo acosaban, el remordimiento de no haber agotado la cuenta. […] Había sido demasiado blando, había sido convencional. Ellos decían que era un monstruo, y él lamentaba haber perdido en algún punto del camino la oportunidad de serlo de veras. Lamentaba no ser su propia oposición, para realizarse por los dos lados, como un bordado bien hecho. […] Le había faltado imaginación, y sin imaginación la crueldad no se hacía del todo real. […] A él le faltaba el auténtico genio inventivo, la agilidad poética. […] Lo reconocía y lo lamentaba, en su franqueza algo bárbara consigo mismo. Pero de dónde, de dónde, de dónde sacar el talento para transmutar la negatividad fantástica de los escribas de Montevideo a la realidad, a la vida, a lo argentino.»



Catálogo de la biblioteca de Mono de piedra

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