2017-10-03

La conversación

—El tema es la realidad.

—La pesadilla.

—¿La pesadilla?

—Sí, la pesadilla.

—No entiendo.




Este notable documental resulta ser una versión ampliada, con historiadores, conservadores de arte, especialistas, científicos, escritores y otros artistas, de aquel pliego suelto en la novela Miguel, de Federico Jeanmaire, en el que El Greco y Cervantes conversan, con el retablo ante sus ojos, sobre los temas de La lujuria, de El Bosco.

2017-06-27

Carta a Theo

Hi Theo,

My name is Gustavo, from Buenos Aires.

I read in Pilar a diario that you have a postcard about «Moby Dick»; 12 August 1956, Nueve de Julio Avenue and Sarmiento Street; BA. I gathered many testimonies of old people (my father included) about this embalmed whale:
Nadie recuerda mucho de Moby Dick

Nevertheless, the memories are not clear about the date and the circumstances of the exhibition. Is it possible for you to scan the postcard (both sides) and send it to me? I went last week to the General Archive of the Nation, but I did not find any image about this exhibition in the main place of BA, last century.

We are in touch,
G




Un par de años antes del monstruo del Gran Palacio de París, Anish Kapoor expuso Memory en los museos Guggenheim de Berlín y Nueva York. Ya estaba la idea del objeto constreñido por el espacio que lo contiene, pero los espectadores podían asomarse a través de una pared al interior de la «memoria», como si quedasen agujeros negros al descolgar los cuadros de una exposición: Anish Kapoor: Memory

Mientras esperamos la postal, podemos ir al Parque de la memoria a ver Destierro, de Kapoor. Hasta el 27 de agosto.

2017-06-07

Yo había muerto

[…]
A mi vuelta de los infiernos, mientras de modo paulatino iba reintegrándome a la vida y a mi trabajo, a medios que pagan mi trabajo y me permiten seguir escribiendo y leyendo, volvía a encontrarme con mis amigos. Tuve entonces la alegría de comprobar qué cosa es poder mirar a la gente en los ojos. Cuando estaba enfermo, no podía hacerlo. Y cuando lo lograba, era sólo por esfuerzo: sostenía la mirada, que de por sí, tendía a bajar. ¿No se han fijado ustedes que la gente que adquiere una enfermedad mental adquiere al mismo tiempo una manera huidiza de mirar? A veces, cuando miro a ciertos ojos, me parece saber de qué se trata. Pero ya no es mi caso. Y dentro de poco mi caso no será más que un cuento al que cualquiera tendrá derecho a poner en duda.
Me reencontraba con mis amigos: Correas, Sebreli, Lafforgue, Rozitchner, David Viñas, Ismael, Verón, Marín, León Sigal. Durante mi estadía en el infierno los había visto poco. Algunos, supe, me evitaban, tenían razón. Otros no pudieron acercarse a mí, aunque tal vez lo deseaban. Es que tenían miedo, no de mí, sino de la imagen de ellos mismos que tal vez podrían descubrir, como en espejo, en mí. También tenían razón. Otros respondían con la conducta inversa: se acercaban y con una mezcla de piedad y lucidez me decían lo que era cierto: que no había diferencia entre la enfermedad mía y la salud de ellos. También tenían razón. Cuando yo me puse tratable, pienso, todos respiramos, y fue bueno para todos volverse a tratar.
Reaparecían entonces para mí las cuestiones fundamentales que ciñen la vida del intelectual contemporáneo: la política y el Saber. No hablaré de ellas aquí. Con respecto a la primera, diré que el problema de la militancia, al menos en la Argentina, aparece intocado. La cuestión fundamental está en pie. ¿Debe o no un intelectual marxista afiliarse al Partido Comunista? Yo no me he afiliado: primero, porque los cuadros culturales del partido no resistirían mis objetivos intelectuales, mis intereses teóricos. El psicoanálisis, por ejemplo. Y en segundo lugar porque hasta la fecha disiento con los análisis y las posiciones concretas del PC. Por estas razones no me he afiliado, y no sé si lo haré algún día. Pero respeto a quienes lo hacen o lo han hecho. Pero además, ¿dónde militar? ¿Con qué grupos trabajar? ¿Qué hacer?
En lo que se refiere al Saber: en estos años he «descubierto» a Lévi- Strauss, a la lingüística estructural, a Jacques Lacan. Pienso que hay en estos autores una veta para plantear, en sus términos profundos, el problema de la filosofía marxista. Lo que significa que ya no estoy tan seguro sobre la utilidad de las posiciones filosóficas, teóricas, sartreanas, como lo estaba ocho años atrás
[…]



Una charla acerca de arte y vanguardias me llevó a hojear el libro de Oscar Masotta, Sexo y traición en Roberto Arlt, de Centro Editor de América Latina, 1982. Para mi sorpresa, me doy cuenta de que no había leído la presentación publicada a modo de apéndice. Lleva por título Roberto Arlt, yo mismo.
Al ejemplar le falta la página que transcribo arriba. El texto imperdible puede leerse completo a partir de la página 152 del libro publicado este año por el Museo Universitario Arte Contemporáneo de la UNAM, con motivo de la muestra en homenaje a Masotta.

MUAC · Museo Universitario Arte Contemporáneo, UNAM - Hasta el 13 agosto. Descargar Oscar Masotta. La teoría como acción. (Ciudad de México, MUAC-UNAM, 2017)

El atado de libros de Paulino

2017-04-22

Cincuenta

Seguí con la naturaleza del juego, no recuerdo exactamente cuántas estupideces dije, entre ellas que la necesidad de jugar no es otra cosa que una suerte de canto y que los jugadores son cantantes interpretando una gama infinita de composiciones, composiciones-sueños, composiciones-pozos, composiciones-deseos, sobre una geografía en permanente cambio: como comida que se descompone, así eran los mapas y las unidades que vivían dentro de ellos, las reglas, las tiradas de dados, la victoria o derrota final. Platos podridos.


Fichas del año pasado, desde la cuarenta y cinco a la cincuenta: Estados Unidos 693 [30 marzo] Uruguay 943 [27 julio] Defensa 453 [26 agosto] Humberto Primo 667 [15 septiembre] Defensa y Moreno [20 septiembre] Bolívar 765 [21 diciembre]

Las cuarenta y cuatro anteriores

2017-04-04

Mi sangre toda vertirla a tus pies

Leo la última novela de Di Benedetto, la parte en que se menciona a otro novelista argentino. ¿Qué es una buena novela? Las de Di Benedetto tienen todas un trabajo singular con la palabra, pero Zama es superior al resto. No me acuerdo de que iban las otras y ahora me pasa también con Sombras, nada más. El protagonista es un periodista, se cuentan cosas de la redacción, de repente gana espacio la historia de uno de los dueños del diario, un joven que le es infiel a su esposa con una sirvienta; en sí lo que sucede es de lo más común, pero hay pasajes de mucha sensualidad y que me provocan placer por los detalles con los que Di Benedetto narra la pasión del amo con la sirvienta, por ejemplo, los roces y la presión de la piernas de ambos. La novela es una suma de episodios o sketches de la vida del periodista, que seguro no voy a recordar. Pero el encanto de esa prosa no voy a olvidarlo. Y puede ser que la inesperada mención del otro novelista argentino haga compañía en mi memoria al niño rubio y a los indios ciegos y al mono que flota entre las patas del muelle, de Zama.
Emanuel, el periodista de Sombras, teje una relación amorosa con Ave o Eva, una niña o que parece una niña. Se trata de la sobrina del jefe de la sección del diario en la que trabaja y la conoce en la casa del jefe. Mientras los dos conversan ella les cebaba mates. Al poco tiempo, el jefe muere. Ave va visitar a Emanuel al diario. Le transmite una hipótesis vampírica en torno a la muerte de su tío, que Emanuel no acepta. Sin embargo, lo inquieta que Ave tome el rechazo como una burla u ofensa. Lo cierto es que Emanuel se descubre seducido por Ave o Eva. Busca entonces en el recurso de una carta la forma de mitigar la discrepancia y manifestarle su atracción por ella. Así empieza una correspondencia que va a terminar en un encuentro junto al lago, en medio de insultos y con Emanuel dispuesto a ahogarla a causa de las confesiones de Ave.

[…]
Si bien admito que hay formas secretas de ser lo que no se es y pasar inadvertido en las sociedades humanas. Es lo que suele ocurrir con los unicornios que en algunas películas bajan a las zonas pobladas, ¿o no crees en los unicornios? ¿Por qué no, si puedes creer en los vampiros hembras?
En todo caso y en plan de procurar que nuestra reyerta (¿me atreveré a llamarla riña de enamorados o es prematuro decirlo?) no tiene que generar entre nosotros un desastre, ni siquiera una incomodidad, me allano.
Conocí en la Capital a un joven escritor, niño casi, que se llamaba Manuel y me dijo que cuando él fuera mayor escribiría un libro sobre los besos de la mujer araña.
Adiós, hasta que me llames sin enojo, pureza mía.


Ella no lo llama y piensa responder con otra carta cada uno de los párrafos de la de Emanuel, que consta de otros que la encabezan, entre los cuales él representa a la compañera del tío besándolo, como si libara sus jugos vitales. Pero Ave se aturde y abrevia:

No es prematuro lo que has vacilado decir.
Emanuel desengáñate, yo no soy pura.