2025-05-23

Sesenta y una

Era apenas una pieza en una sucesión de otras piezas que se iban encadenando sin un rumbo demasiado fijo, guiada por coincidencias, a veces sorprendentes a veces mínimas, como en la línea recta o de pronto quebrada de un dominó. Avanzaba a paso lento pero firme, llevada por el diálogo animado con cada obra, cada relato, cada imagen descubierta o recordada, pero también por la elocuencia casi mágica del montaje que habla en los intervalos. Si algo reunía las piezas o alentaba el avance era una urgencia, un llamado, una lente que desenfocaba casi todo lo demás, buscando atajos para volver visible la invisibilidad resistente de dos amenazas que nublan la imaginación del mañana: la inminencia cada vez más clara de un final acelerado por el maltrato suicida del planeta y la inmersión cada vez más inquietante en un mundo digitalmente administrado.


Fichas desde la cincuenta y cinco a la sesenta y una: Avenida Avellaneda y Rojas [4 junio 2023] Virrey Cevallos 1057 [25 octubre 2023] Taucarí y Avenida Caseros [22 noviembre 2023] Luján Haras Argentino Farm Club R.P. 12 cerca de la pileta-posada [21 enero 2024] Costanera Sur Avenida de los Italianos 801 [8 marzo 2024] Pasaje Craig y Bonifacio [25 enero 2025] Defensa 360 [ 7 abril 2025]

Las cincuenta y cuatro anteriores

2024-04-16

Diario de la próstata

Las historias clínicas comienzan con Bioy Casares a la edad de sesenta y tres años, cuando refiere a Borges sus pesadillas con la sonda urinaria tras la operación en el CEMIC.
Al año siguiente, Borges debe operarse, pero pierde la confianza en el urólogo. Le dice a Bioy que el especialista «vive en el mundo de la propaganda», como Mujica Lainez.
Bioy se atreve a recomendarle al Dr. Luis Montenegro, quien lo operó.
Borges visita a Montenegro y a sus ochenta años decide operarse con él. También quiere cambiar de clínico y acepta al médico de cabecera de Bioy, el Dr. Alejo Florín, que subirá en 2005 al escenario en una obra de teatro documental dirigida por Vivi Tellas, formando dúo con Edgardo Cozarinsky, su amigo y paciente.

Alejo Estaba pensando en darte una droga relativamente reciente para el cáncer de próstata, además de las inyecciones que te doy cada tres meses. Se da por boca, y puede tener como efecto secundario que te crece el pelo.
Edgardo Pero yo no quiero tener pelo. Hace 40 años que soy pelado ¿Qué va a pensar la gente, que me hice un injerto, si un día aparezco con pelo? Es ridículo.
[…]
Edgardo Les quiero pedir a todos los que están aquí esta noche que por favor no comenten, que no escriban —en el caso que alguno de ustedes sea periodista— el hecho que tengo cáncer. Mi madre no lo sabe. Mi madre tiene noventa y cinco años y no quiero que lo sepa ...
[…]
Edgardo Te pregunto, ¿a qué edad te recibiste de médico?
Alejo A los 22.
Edgardo El hecho de que tu padre y tu madre fueran médicos ¿influyó de alguna manera en tu elección?
Alejo No, creo que no. Pero ya que me preguntás lo de la edad, justamente coincidiendo que me había recibido, un día me fui a comer a lo de Bioy, y Silvina por primera vez había cambiado la disposición de los invitados en la mesa. Porque siempre era estático y siempre era la misma. Entonces yo lo veía comer a Adolfito de perfil por primera vez. Y veía que cada vez que tragaba le subía un bulto acá, en la garganta, y le pregunté: ¿Qué tenés ahí? Y me dice: Un nódulo, nada más. Bueno, a la semana estaba operado. Le sacaron la tiroides y ya tenía metástasis en la cadera. A pesar de lo cual, con todos los tratamientos que le hicimos, vivió como treinta años más, lo más bien.
[…]
Edgardo Ustedes se preguntarán qué clase de médico es Alejo Florín. Esto es una fotocopia de una entrevista con él, publicada en el diario La Nación en el año 1996, hecha por Odile Barón Supervielle, con el título “Un médico argentino”. Hay […] preguntas cuyas respuestas me parecen interesantes. Le preguntó si es muy duro estar permanentemente en contacto con el dolor y la muerte o si uno se acostumbra a ello. “Sí, es muy duro y uno nunca se acostumbra”. “¿Qué hacés para desconectarte?” “Creo que jamás uno se desconecta. A veces hasta sueño con los enfermos. […]”

Una entrada de cuatro semanas antes de la del sufrimiento de Bioy con la sonda registra la pregunta de Borges sobre si Bioy conoce a alguien que pueda administrar su dinero, y la primera de 1979 estas palabras dichas por Borges: «Me parece que están multiplicándose las nanas que me llevarán a la disolución.»

Miércoles, 15 agosto Come en casa Borges. Está flaco, tembloroso, con desvanecimientos. Tiene azúcar. Lo operan la semana próxima de próstata.

Borges cancela la operación con el Mujica Lainez de las próstatas. Acepta tratarse con los médicos de Bioy.

Martes, 28 agosto Converso con Montenegro y con Florín. Aparentemente encuentran bien a Borges, salvo el problema de la próstata. Están contentos de atenderlo y no van a cobrarle nada. Quieren que se opere en el CEMIC. […]

Después de los exámenes prequirúrgicos, los médicos convienen operar a Borges el lunes 3 septiembre. Bioy Casares toma ahora nota del azúcar en sangre de Borges: glucemia 70. Mejor imposible.
El diario La Nación, 20 julio 2003, publicará el recuerdo de Montenegro: «La intervención transcurrió sin la menor zozobra. Conté para ello con un paciente dócil que no emitió una sola queja. La anestesia peridural […] nos permitió de algún modo dialogar durante la operación. […] Recuerdo también vívidamente la sorpresa de oírle recitar el Padre Nuestro en diferentes lenguas sin olvidar por cierto hacerlo en anglosajón.» Al día siguiente de la cirugía, Bioy trascribe este sueño de Borges: « […] yo era Inglaterra e interpreté unos tirones en la barriga como el dolor de parir a Australia. Al despertar me alarmé un poco por haber tenido un sueño de mujer. Tal vez la operación de próstata hiera nuestro amor propio y nos perturbe...»
Las escrupulosas entradas del diario indican que el 3 septiembre Borges es llevado al quirófano a las 11.20 horas y que retorna después de una hora y veinticinco minutos a la habitación. El año anterior, Bioy había estado anestesiado hasta las 17:00 hs.
Al día siguiente, Bioy escribe que durante la visita que reliza a su amigo, éste comenta:«No me dijeron que el presidente [Videla] preguntó por mí para no alterarme. Nada puede dejarme más indiferente».
Según Montenegro, a Borges lo ilusionaba, tras la operación de próstata, poder conocer Japón ese mismo año con María Kodama. En el diario de Bioy figura que el viernes 2 noviembre Borges volaría con Kodama. Bioy cierra el diario de la próstata con la entrada del día de Navidad: «Visito a Borges. Está de regreso del Japón, que le gustó mucho.»


2023-10-25

El conde


2023-09-23

Fumo

La primera novela de José Saramago de mi biblioteca fue un regalo de Claudia Csörnyei, El evangelio según Jesucristo. En la parte superior de la cubierta estaba impreso en letras mayúsculas: Premio Nobel de Literatura 1998.
Claudia era por entonces correctora en Crónica. Comentó que antes de que Saramago obtuviera el merecido Premio, ella había leído Historia del cerco de Lisboa. Una maravilla de libro, dijo.
Me convertí en un lector entusiasta de las novelas de Saramago. De todas ellas, la más inquietante resultó ser Todos los nombres. Por su sencillez, quise tenerla en la lengua original. Y la releí antes de la muerte del autor.
Aplacé la lectura del libro elogiado por Claudia durante más de una década. Por otro lado, en la mitad, me perdí a causa de las diferentes capas espacio-temporales que tiene. La novela cuestiona la toma de Lisboa en el s. XII: niega lo establecido acerca de portugueses y cruzados. Recuerdo a Raimundo Silva, corrector editorial, recorriendo las calles de Lisboa —como Ricardo Reis, en Año de la muerte— mientras reescribe con su imaginación el pasado de la ciudad, tierra de moros.
Hace poco traje del sur de Brasil, História do Cerco de Lisboa. Mi reto es releerla en portugués. La relectura es encantadora y depara sorpresas.
Estoy en la p. 46, y poco después de terminar uno de los pasajes históricos, la novela dice:

«Raimundo Silva pensou, pessoanamente, Se eu fumasse, acenderia agora um cigarro, a olhar o rio, pensando como tudo é vago e vário, assim, não fumando, apenas pensarei que tudo é vário e vago, realmente, mas sem cigarro, ainda que o cigarro, se o fumasse, por si mesmo exprimisse a variedade e a vaguidade das coisas, como o fumo, se fumasse.»

El fragmento me parece hermoso en dos sentidos, por la inserción del "pessoanamente" y por la alegoría del humo. Así, dice para mis adentros: Raimundo Silva pensó, pessoanamente, Si yo fumase, encendería un cigarrillo ahora, mirando al río, pensando en lo vago y cambiante que es todo, pero, al no fumar, pensaré que todo es cambiante y vago, realmente, pero sin cigarrillo, aunque el cigarrillo, si lo fumara, expresaría en sí mismo la variedad y la vaguedad de las cosas, como el humo, si fumara. La edición en español me ayuda a entender los pasajes históricos; en esta página, el impulso incluyó el fragmento citado, que omite la alusión a Fernando Pessoa. Dice así:

«Raimundo Silva pensó, penosamente, Si yo fumara, encendería ahora un pitillo, mirando al río, pensando que todo es vago y vario, pero así, al no fumar, pensaré que todo es vario y vago, realmente, pero sin pitillo, aunque el pitillo, si lo fumara, por sí mismo expresaría la variedad y la vaguedad de las cosas, como el humo, si fumase.»
Traductor: Basilio Losada

De repente, me viene a la cabeza Santiago Kovadloff, que tras haber traducido Ode marítima, el Livro do desassosego y Ficções do interlúdio, hoy anhela ser el eco humanista de la penosa candidata del macrismo.

PAZ-RUDY, 2023-09-23
S. FERNÁNDEZ, 2023-09-17: Del frenesí mortuorio de Bullrich al moralismo selectivo de Kovadloff