Las mujeres de Micenas se acercan a Casandra.
Tocan el carruaje. Levantan el chal que cubre a Casandra para evaluar su belleza.
«Yo, que quise que Troya sucumbiera».
La madre conoció pronto la altivez de la niña. El padre necesitaría esa altivez. Casandra lo amó más que a nadie. Casandra recuerda estar en el regazo de Príamo, «con la mano en la curva de su hombro (el lugar que más amo en Eneas), que era sumamente vulnerable y por dónde, lo vi yo misma, la lanza del griego lo trapasó».
El olor limpio y severo de un rey asociado con las mercancías, la flota y el dinero. Traicioné a Troya y lo traicioné a él.
Hoy «me han de matar».
2008-01-29
2008-01-23
«Un hombre que vive cuando todos los hombres mueren, ¿tiene que ser un cobarde?» El hombre es Eneas y la que habla es Casandra.
En voz baja.
«Desde que estuve prisionera en el cesto hablo en voz baja».
Ese es el tono de la novela.
Solamente cuatro páginas para hacer la prueba del dolor. «Lo mismo que un médico, para saber si está muerto, pincha un músculo, así pincho yo la memoria».
Difundir el dolor.
Pero en Micenas nadie habla la lengua de Casandra.
Nadie que no vaya a morir con ella.
«Sí, caballito […] sin hacer caso de mi protesta, metieron en la ciudad el caballo de los griegos […]». La que habla es Casandra. Nombra inmediatamente a Pentesilea, reina de las amazonas que acudió en ayuda de Troya y fue muerta por Aquiles.
En la página 124. «¡Enfrentarse con él con una espada… una mujer! El obligarlo a que la tomara en serio fue el último triunfo de ella. Lucharon largo rato, y todas las amazonas quedaron separadas de Pentesilea. Él la derribó, quiso tomarla prisionera, pero ella le hizo un arañazo con su daga, obligándolo a matarla. Gracias sean dadas a los dioses por ello, aunque no sea por nada más».
Casandra repasa la ruina.
En la página 140: «Y mis troyanos creyeron lo que veían, no lo que sabían. ¡Que los griegos se retirarían! Y dejarían ante las murallas aquel monstruo, que todos los sacerdotes de Atenea, a la que al parecer estaba consagrada aquella cosa, se atrevieron a llamar "caballo". ¿Y por qué tan grande? Cualquiera sabía».
Punza la memoria.
«Quién encontrará otra vez, y cuándo, el lenguaje».
Tres páginas antes del final está escrito:
«Meted el caballo adentro».
2008-01-17
Hice la grabación para mí.
Para escuchar rumores, silencios, ramificaciones. Entonces me pareció que podía hacer la prueba de subirla. Luego, con los ecos que la grabación recibió de La ninfa y de Gaab, no supe si estaba soñando o estaba despierto. Como el personaje del cuento.
Tampoco esperaba un correo de Silvina. Me hizo ir hacia atrás con algunas cosas pero también hacia adelante. Ejemplo de lo primero: el pasaje del hundimiento del protagonista existía ya en un relato publicado en el número cuatro de Un lugar de escritura. Voy a copiar un fragmento y más abajo la lectura de mi amiga.
«El barro estaba adherido a la piel de mis brazos y cubría mis manos enteras cobrando la apariencia de prótesis ortopédicas grises, ése era su color y tal mi parálisis. Pensé en Jonás que fue expulsado del interior de una ballena contagiada por un hipo divino luego de permanecer tres días y tres noches en su vientre... bien podía yo aguantar un rato sin moverme a la espera de que alguien me auxiliara. Sin embargo, un intenso ardor, como una mordedura en la zona de los muslos, no me dejaría hacerlo. Salté sin hacer pie ahogándome en una lava negra y fría».
Un Pinocho versión Disney ilustraba en la página 27 mi antiguo relato. El atemorizado muñequito a punto de ser tragado por la ballena monstruosa.
como es un cuento sin terminar y no sabemos dónde caerá la flor más bella del palo borracho... sospecho de posibilidades y fantaseo un poco.
i Se dice que Belgrano está fuera de la iglesia porque era masón.
ii No puedo dejar de hacer la relación con Jonás, aunque él estuvo en una ballena...
iii Me gusta la atmósfera de la ciudad no contada, como si estuviera desierta luego de una catástrofe, aunque hay chicos que juegan en el agua...
iv La empresa de las cloacas parece vana... en el sentido de que hay algo más profundo. La narración tiene algo de bajada a los infiernos y Jana sería algo así como una Eurídice.
v Me gustaron los corazoncitos, que el templo de dios tenga muchas habitaciones, los hipogeos, el valle de los huesos, los diablitos que se te acercan, la lava negra y fría.
vi ¿Te acordás de la Eneida? Cuando Eneas baja al infierno a ver a su padre.
vii El riesgo de trotar por la costa, un borde...
viii Me gusta la escritura, barroca y recargada, muy distinta a tu novela (sí, con ella estoy)
2008-01-12
Vuelve al Sabatizar. El protagonista puede ser un ingeniero. Está que apesta. Enredado en ensoñaciones y conjeturas escucha que llega Jana.
Parece que Jana está presente mientras él narra la llegada de ambos a la ciudad; la discordia en las calles; una salida por la mañana a trotar por la costa; la visita al templo de Santo Domingo; los corazoncitos Dorins; el tubo grande o la cañería maestra; el apagón.
«Tranquilito, dice [Jana] y retira el paño de mis ojos, lo embebe en vinagre». La narración es errática.
Mental.
Recargada hasta la mierda.
No tengo ahora idea de cómo seguir el cuento que empecé esta semana en la biblioteca. Necesito hacer la prueba de leerlo en voz alta. Abajo el borrador de Tabla de salvación / 18 minutos : 20 segundos.
2008-01-09
Tengo en mi escritorio unas flores de palo borracho que recogí el viernes pasado en la Nueve de julio. Son amarillas como las del Hotel de Inmigrantes. Tienen un color canela en el nacimiento de los pétalos. También corté algunas de color fucsia, con pecas y trazos de color tierra. De esas flores hay muchas en Palermo.
El viernes cuatro fue mi primer día en la uca y no produje demasiado. Estuve de 9:30 a 13:00.
Volví a casa a comer algo y a hacer una siesta. Más tarde pasó Paulino y fuimos a revisar pilas de revistas viejas. Compré Primera Plana 226 (25 abril 1967), ejemplar que yo buscaba a partir de leer la biografía de Suzanne Jill-Levine.
La semana pasada hallé una opinión de Germán García, 28 mayo 2002, acerca de dicha biografía:
«Acabo de leer un libro de una americana, Jill-Levine… ella misma declara su pasión en una página, al mejor estilo de Puig... [risas] ¡Es un libro que Puig no hubiera publicado de sí mismo!»
Luego acompañé unas cuadras a Paulino.
Hasta la Nueve de Julio.
El domingo no insistí. Mucho de aquí para allá con mi valijita para nada. Bueno, más o menos. Puse más vida a mi escritorio. Vivos colores de palo borracho.
«Cómo cuesta despedirse», no se cansa Juan Aparicio de repetir antes del epílogo. Hojeé una edición de La Divina comedia y me tenté con el prólogo de 64 páginas escrito en 1868 por un tal Marques de Molins. La idea de personajes como Juan Aparicio y Gabriela no nació de la nada. Me la pasé discutiendo mentalmente con Marques.
De todas maneras, me senté algunos minutos frente al ventanal de Belgrano. Pareció que se iba a desplomar el cielo pero no llovió.
Refrescó algo, sin embargo.
Siempre soy el primero en llegar y me voy cuatro horas después; 13:30 ó 14:00. Respecto al lunes siete hubo más gente.
Está dando resultados; estoy concentrado en un cuento.
2008-01-06
El frasquito es como la esencia de un perfume.
Antes de ser escritor iba de visita a Chacarita. De chico con su abuela. A visitar la tumba de Gardel y a ver al hermano mellizo, que estaba tapado en los nichos. Ahí arriba, tan alto.
Cuando el escritor puso una gota de aquel frasquito el resultado fue formidable. Si no fue tóxico: La música de Frankie o El frasquito mismo.
Otro ejemplo estupendo es El peletero.
Quería contar algo actual y vivo.
2008-01-03
2008-01-01
Empezar haciendo aquello que me gustaría continuar por el resto de los días de este año.
Escribir.
Palabras más o menos parecidas a las de Borges hace un cuarto de siglo. Borges dijo que empezaría 1983 leyendo. A mí me quedó grabado.
Pero la frase donde aparece dicha mención es rara y pertenece a Brausen: está al pie de la pág. 210: Estuve imaginando un jubiloso Díaz Grey [...] un jovial y decidido Horacio Lagos [...] un ex fugitivo desesperado [...]
En un muerto mundo personal está la Queca.
Del otro lado de la pared.
Yo leía el Quijote, el capítulo III.
No me acuerdo la lectura en sí, solamente la felicidad contagiosa del libro y el número tres.
La encuentro en mi casilla de correo electrónico. Pertenece a la obra hermosa de Carlos Drummond de Andrade.
Pasaje del año
no es el último día del tiempo.
Otros días vendrán
y nuevos muslos
y vientres te comunicarán el calor de la vida.
Besarás bocas, rasgarás papeles,
harás viajes y tantas celebraciones de aniversario,
graduación, promoción, gloria, dulce muerte con sinfonía y coral,
que el tiempo quedará repleto
y no oirás el clamor,
los irreparables aullidos
del lobo, en la soledad.
no es el último día de todo.
Queda siempre una franja de vida
donde se sientan dos hombres.
Un hombre y su contrario,
una mujer y su pie,
un cuerpo y su memoria,
un ojo y su brillo,
una voz y su eco,
y quien sabe si hasta Dios...
Mereciste vivir un año más.
Desearías vivir siempre y agotar la borra de los siglos.
Tu padre murió, tu abuelo también.
En ti mismo mucha cosa ya expiró,
otras acechan la muerte, pero estás vivo.
Una vez más estás vivo,
y con la copa en la mano
esperas amanecer.
El recurso de la danza y del grito,
el recurso de la pelota de colores,
el recurso de Kant y de la poesía,
todos ellos... y ninguno resuelve nada.
El cuerpo gastado se renueva en espuma.
Todos los sentidos alerta funcionan.
La boca está comiendo vida.
La boca está atascada de vida.
La vida escurre de la boca,
mancha las manos, la calzada.
La vida es gorda, oleosa, mortal, subrepticia.