2009-03-23

El aire atrapado


Cuando escribía la parte de arriba, tropecé al buscar nombres para la cápsula de la mesita de luz.
No tengo Werther en español; solamente pude consultar la edición en inglés; pero en dicha novela escrita por Goethe, de acuerdo con Roland Barthes, a la burbuja se la nombra como «miniatura vidriada». Las denominaciones en inglés son abundantes: snowdome, snowglobe, waterglobe, waterball, snowstorm, blizzard, snow scenes, snow shaker, «this shakeup thing with the water and the snow», or just the souvenir clutched by the dying millionaire, in Orson Welles' Citizen Kane, as he remembers his boyhood sledge «Rosebud».
Más tarde me enteré que también a las pistas artificiales de esquí se las designa snowdomes. Con pasmo vi por la televisión el snowdome de Dubailand. Está en el interior de un shopping centre. Un jeque manifestaba para la BBC News: Tener nieve en el desierto es una experiencia incomparable
Se me ocurre que la vulgar burbuja representa lo irreal por antonomasia. La irrealidad misma, por decirlo de otra manera.

2009-03-14

¿Cómo terminar un amor? ¿Cómo terminar una novela? Donde el señalador dice: el fin pertenece a los otros, el libro reseña la incapacidad del «yo» para leer el final de un amor. Dicho final resulta evidente para el entorno: la familia, los amigos, los compañeros de trabajo, etcétera; o sea, resulta legible para cualquiera, menos para el sujeto enamorado.
Patético madre, diría Borges.

E incapacidad de lectura equivaldría a incapacidad de escritura. Si bien este fragmento retrotrae a una entrada del mes de abril de dos mil ocho acerca de «la ficción interrumpida», puede ser que el fracaso del enamorado para avanzar hacia el final de la propia historia amorosa, tenga más relación, ahora al menos, con otro fragmento; aquel que marqué como el niño en la luna. El sujeto enamorado quiere restituir una superficie plana de esa cosa concebida, afirmada, vivida según la eternidad. No obstante, cerrado al juego de ver las grietas de esa cosa, concibe todo final como algo siniestro. Soporta mal la broma, dice Roland Barthes.

Soporta mal la muerte.

[…] no puedo yo mismo (sujeto enamorado) construir hasta el fin mi historia de amor […] el fin de esta historia, exactamente igual que mi propia muerte, pertenece a los otros: a ellos corresponde escribir la novela […]

2009-03-06

¿Cuántos críticos no han leído sólo por escribir?


¿Cuántos escritores no han escrito sólo por haber leído?


Las preguntas corresponden a la página ochenta y dos de Crítica y verdad, o lo que es igual, a la última página del librito de Roland Barthes. En la misma, puede también leerse:

Sólo la lectura anima la obra, mantiene con ella una relación de deseo. Leer es desear la obra, es querer ser la obra, es negarse a doblar la obra fuera de toda otra palabra que la palabra misma de la obra: el único comentario que podría producir un puro lector, y que le quedaría, sería el «pastiche» (como lo indicaría el ejemplo de Proust, aficionado a las lecturas y a los «pastiches»).

Otra vez Marcel Proust.
Y empieza a sentarme bien la palabra «pastiche».

Nota en general (y notas para Rey Mono y el Ruso): El destacado en bold es mío, mío... Rey: te comenté por correo que se me habían borrado los bookmarks de los Fragmentos al efectuar una actualización del reader. Es decir, me quedó ahora medio libro desmarcado… una mierda… Ruso: hablando de tecnología, copio a continuación los nuevos bookmarks para que los puedas «leer»: burbujas candentes y cenagosas; coitus reservatus; complicado calendario; el hilo de la buena frase; el niño en la luna; formas de la coalescencia; irreal / desreal; mirada de un muerto; una tercera piel nos une; el fin pertenece a los otros. Nota final: El orden «cambiado» es mío, mío, mío.