Ordalías

En 2003, Apple inició la distribución de música a través de Internet en compañía de las discográficas. Los tracks portaban candados electrónicos que no permitían la reproducción en otro dispositivo que aquel donde se efectuara la primera y única descarga; es decir que la música no podía compartirse.
De inmediato hubo bandas que optaron por una distribución por fuera de las discográficas. El máximo hito fue el iPod con las firmas de los integrantes de U2, el cual incluía todos los temas del grupo desde 1978 a 2004.

En la actualidad, Apple distribuye música sin aquellos antiguos candados. En gran parte, porque la piratería le permite vender dispositivos que de lo contrario venderían otros fabricantes.


Apple restringe la circulación de la música al hogar o a redes particulares, pero nada impide que se hagan copias, y, a pesar de marchas y contramarchas, el iPad fue ideado con este criterio, más o menos abierto, el cual parece encontrar sustento en prácticas sociales, por ejemplo, las que llevan a los amigos —o a los miembros de una familia— a compartir sus CDs y sus libros en papel.


De cualquier manera, la piratería es un indicador del creciente interés por los libros electrónicos. Como resume el columnista de O'Reilly Radar: Tengo claro que no me interesa comprar libros bloqueados para un solo canal de ventas o dispositivo, y estoy seguro de que muchos (de esos) «piratas» sienten lo mismo.
El debate de fondo es sobre el copyright que las empresas editoriales tienen sobre las obras. Así ocurrió que, al cabo de unos pocos meses del lanzamiento del iPad, empresas editoriales que habían estado a punto de cerrar un acuerdo de distribución con Apple, pusieron a la venta sus propios «iPads». Ver la segunda generación de Nook, de Barnes & Noble.

Para proponer un libro a Apple, el mismo tiene que estar desbloqueado, compuesto en el estándar ePub y pasar un test de código abierto, que se llama epubcheck.


No obstante funcionar a la perfección en mi iPod touch, la versión íntima no superaría el test online.


Así que me pareció mejor descargar el programa para realizar el test en mi PC, de forma tal que con dos ventanas abiertas, la del test y la del editor de ePub, yo corregiría cada elemento y verificaría en lo sucesivo si el error correspondiente se subsanaba.


La siguiente captura de pantalla —hacer click para agrandar—, muestra la corrección del atributo alt de un pequeño ícono con forma de libro que elegí para el comienzo de cada capítulo.


Este ejemplo, tal vez ayude a comprender los fundamentos del test con el fin de certificar la validez del libro electrónico: el alt tiene como función especificar un texto oculto a una imagen, por si acaso la imagen no aparece en pantalla o si se emplea un lector para ciegos.
La versión de Investigaciones en masa en papel no lleva índice, pero sí la electrónica [véase Realidad]. Como ya dije, utilicé un pequeño ícono para indicar cada capítulo; sin embargo, un lector de pantalla para ciegos haría visible ahora Callejón, que es la palabra que enlaza desde el índice electrónico con esa hoja.

Finalmente: No errors or warnings detected


Verificación en línea: Passed!


Ardua tarea.
Sin embargo, este ePub, testeado y recontratesteado, fue rechazado al cabo de veinticuatro horas de haberlo dado yo a conocer a Apple para la admisión. Por consiguiente: el epubcheck era necesario, pero no suficiente para que el libro fuese publicado.

Sin prisas pero sin pausas, me senté a leer unas generalidades, entre las cuales mi libro podría incluirse, y di con algunas causas que podrían haber motivado el rechazo. El problema de no ver los caracteres de la manera correcta, tildes y eñes, se resuelve con especificar en la cabecera de cada capítulo que se utiliza el código de caracteres UTF-8.


Tengo la costumbre de nombrar mis archivos con espacios, por ejemplo: pru ipad.epub, iem iPad.epub, etcétera. Se recomendaba no hacerlo... Introduje el juego de caracteres UTF-8, renombré el ePub sin espacios entremedio, testeé nuevamente todo y el libro fue admitido. Por unos instantes eternos me sentí The Edge.

Where is the...