2014-03-17

Transparencia


… and the whale shoots-to all his ivory teeth, like so many white bolts
MOBY DICK

Luis von Ahn quiso graficar la idea que tenía del bien de la humanidad. Explicó que durante los diez segundos en que alguien está ingresando un CAPTCHA en Internet, el cerebro humano está realizando algo que la computadora aún no puede hacer. Aseguró que Google y Amazon estaban interesadas en digitalizar todos los libros que han sido escritos. La dificultad reside, como dijo, en que la computadora no puede descifrar alrededor del treinta por ciento de las palabras de los libros impresos hace ya más de cincuenta años. Pero a él se le ocurrió que podrían tomarse todas esas palabras que la computadora no puede descifrar y hacer que alguien las descifre mientras llena un CAPTCHA. Luis von Ahn alzó la mano derecha hacia la pantalla gigante y en ese momento se oyeron aplausos, como si los asistentes palparan su idea del bien.


Andrew Norman Wilson había sido contratado por una productora de video para trabajar de 21 a 5 hs. en Googleplex, la sede central de Google, la compañía que adquiriría en 2009 el sistema de Luis von Ahn para la digitalización masiva de libros. Andrew Norman Wilson recibió un distintivo rojo que le iba a permitir desenvolverse en el campus junto con los grupos blanco y verde. Un día observó a otro grupo de empleados que portaban distintivos amarillos y comenzaban a trabajar a las 4 hs. Este grupo cumplía una jornada de diez horas en el edificio donde eran escaneados los libros para Google Books.


Los empleados de Google Books eran casi todos negros y no tenían acceso a las comodidades que Google ofrecía a los demás grupos: bicicletas, servicio de combis-limusinas, comidas gourmet, dispositivos móviles, etcétera. Andrew Norman Wilson entabló conversaciones breves con ellos. Posteriormente, quiso filmarlos, cosa que alcanzó a hacer al término de una jornada, aunque sólo durante algunos minutos, porque la seguridad de Googleplex le impidió continuar.


Google notificó el hecho al encargado de la productora, y éste requirió los motivos de la filmación a Andrew Norman Wilson, quien respondió: «Estoy interesado en cuestiones de clase, raza y trabajo. Por curiosidad general, quería preguntar a los empleados [de Google Books] sobre sus tareas.» Al poco tiempo, fue despedido.


Como consecuencia del despido, Andrew Norman Wilson compuso el video, Workers leaving the Googleplex (2011), donde trata las diferencias en el sistema de empleados de Google por distintivos de colores. En dicho sistema, asimila a los trabajadores de distintivo amarillo con los obreros fabriles o clásicos; es decir, aquellos que confinados a un recinto realizan una tarea repetitiva, constituida en eslabón de la cadena de producción de una mercancía.


Desde el título, Andrew Norman Wilson dialoga con la película de los hermanos Lumière, La Sortie de l'usine Lumière à Lyon (1895), y con el ensayo-documental de Harun Farocki, Arbeiter verlassen die Fabrik (1995), que revisita «la salida de la fábrica» al cabo de un siglo. En la entrevista con Rizhome, dice:
Representar el movimiento fue el objetivo principal de la película de los hermanos Lumière, y yo estaba interesado en hacer lo mismo con el video de Googleplex. Sin embargo, como Farocki señala en su película, hemos llegado a reconocer que las imágenes en movimiento, no representan tan sólo movimiento, también pueden contener conceptos.
Y precisa mejor la idea: la transición de los medios analógicos a los medios digitales es todavía totalmente inseparable del mundo material. Luego, añade:
A pesar del progreso tecnológico y la creciente importancia del trabajo intelectual y de la información, hay voltaje en los circuitos electrónicos, servidores físicos, tecnología actualizada para cada nuevo ciclo de un determinado producto y una necesidad constante de trabajo manual repetitivo.



A modo de complemento, Andrew Norman Wilson empezó a guardar manos y dedos que aparecían en Google Books. Pertenecían a los trabajadores de distintivo amarillo; se trataban de anomalías en el proceso de escaneo, que a poco de ser detectadas eran reeemplazadas por las páginas correspondientes.
El escaneo es el paso previo al reconocimiento de caracteres, proceso éste, el reconocimiento de caracteres, que concluye por la vía del llenado del CAPTCHA. Es decir, en el inicio de la digitalización masiva de libros, encontramos a las manos y a los dedos que dan vuelta las hojas de papel y en el otro extremo al CAPTCHA —novecientos millones de cerebros, de acuerdo con Luis von Ahn, que han reconocido palabras que la tecnología no puede aún descifrar.
El tipeo del CAPTCHA ya no se emplea tan sólo para los libros escaneados; si acaso necesitamos acortar una dirección de Internet y requerimos de Google URL shortener, comprobamos que el sistema se aplica también al reconocimiento de la numeración de calles fotografiadas por los vehículos de Street View, la interfaz de recorridos virtuales de Google Maps.
Las manos y los dedos nos compelen a la elaboración de las propuestas tecnocráticas en nombre del bien de la humanidad y detrás de la utopía del libre y universal acceso al conocimiento. Como Andrew Norman Wilson deja planteado:
Todos los que usamos los servicios gratuitos de Google —Gmail, Google Cloud Platform, Google Books, Blogger, YouTube — nos convertimos en trabajadores del conocimiento para la compañía. Nos la pasamos ingresando datos de diferentes maneras y estilos. Pero, a partir de que el conocimiento es percibido como bien público, Google recopila nuestros datos, creando valor a partir del intercambio. Por lo tanto, Google, tal como lo conocemos y lo usamos, es una fábrica.