2009-09-30

Buscador de indicios
El detective es un hombre astuto, ingenioso, reflexivo, valeroso, dotado de gran aptitud razonadora y calculadora, de certero golpe de vista, de maravillosa intuición; pero ha de ser también un técnico, un hombre de ciencia verdadero que ha de conocer bien la filosofía jurídica penal, la sociología criminal y la antropología del delincuente y ha de poseer todos los secretos de la policía judicial científica.

El rastro insignificante
Se comprobaba que un cabello, una mancha de estearina, la ceniza de un cigarrillo; un paso en la arena, un poco de polvo aplastado al contacto de una falange, un mordisco en una masa, un rasguño en un objeto de madera, una palabra trazada en un muro, etc., son acusadores contra los cuales nada prevalece. Simultáneamente, el peritaje de escritos, la identificación de reincidentes, la crítica del testimonio se sujeta a una técnica rigurosa; cada tiempo de la investigación entra en una vía científica; los laboratorios de la policía se abrían, y, en fin, como en las novelas de Conan Doyle, se veía descubrir un criminal sin otros medios que la observación de las huellas y el raciocinio. El programa trazado por los policías de novelas era realizado por los policías de laboratorio.
La investigación resulta […] el conjunto de principios y procedimientos prácticos encaminados a lograr la reconstrucción del delito, sus móviles y sus contingencias y la captura e identificación de los delincuentes, complicados en su ejecución a fin de poner a éstos al alcance de los Tribunales de Justicia, para que puedan proclamar el castigo sobre la base de los hechos reconstruidos.

Procesos sensacionales de Manuel C. Montserrat
1946

Inspección del lugar
La comisión investigadora procede a fotografiar, dibujar, y relevar topográficamente el lugar. También sus alrededores si las circunstancias lo requiriesen. Deberá añadirse una reseña escrita lo más completa posible.

Inspección del cadáver
Se obtienen varias fotos del cadáver: una del conjunto, otras de las partes más importantes.
Un examen médico-legista y un examen policial de cadáver, sus ropas y objetos que lo rodean.

Inspección de la habitación
Pisadas y otras huellas de marcha.
Huellas e impresiones manuales, digitales y palmares.
Huellas dentarias.
Manchas de sangre.
Cabellos
Secreciones y excrementos humanos o animales.
Ropas.
Autógrafos, inscripciones y dibujos.
Armas y proyectiles.
Herramientas y otros útiles.
Balazos, roturas, etc.
Polvo, lodo.
Cigarros, cigarrillos, pipa, cenizas.
Huellas diversas.

Búsqueda de huellas invisibles
Sería numerosa la lista de los casos resueltos por la inteligente captación del pequeño detalle, la huella minúscula o invisible.

Examen del cuerpo del delito
Es el instrumento empleado para el crimen: arma, veneno, etcétera. Deberá ser tomado con cuidado. Todos los datos allí reunidos se sistematizan.

Individualización del culpable
En el supuesto de haber logrado la detención del presunto delincuente, éste deberá ser sometido a un riguroso examen en los aspectos antropométricos, penal, patológico y psicológico.

2009-09-21


Jacques Lacan llama la atención sobre dos escenas del cuento que pueden considerarse como repetición.
La primera es el acto de sustracción de la carta. El Ministro se apodera de la carta y la reemplaza por otra, ante los ojos de la destinataria.

Todo podría pues haber pasado inadvertido para un espectador ideal en una operación en la que nadie ha pestañeado y cuyo cociente es que el Ministro ha hurtado a la Reina su carta y que, resultado más importante aún que el primero, la Reina sabe que es él quien la posee ahora, y no inocentemente.

La segunda es el encuentro de Dupin con la carta, mientras tanto el Ministro bostezaba y haraganeaba. La carta está exhibida, si bien rota y sucia, sobre la repisa de la chimenea de la casa del Ministro.

Entonces [Dupin] sólo tiene que retirarse después de haber "olvidado" su tabaquera en la mesa, para regresar a buscarla al día siguiente, armado de una contrahechura que simula el presente aspecto de la carta. Un incidente de la calle, preparado para el momento adecuado, llama la atención del Ministro hacia la ventana, y Dupin aprovecha para apoderarse a su vez de la carta sustituyéndole su simulacro; sólo le falta salvar ante el Ministro las apariencias de una despedida normal.

Los personajes de la trama se sustituyen «en el transcurso de la repetición intersubjetiva». La carta robada «estará y no estará allí donde está». Lacan exprimirá el sentido de letra, tanto en inglés como en francés: The purloined letter o Le lettre volée. Se busca una carta, una letra… el puro significante. A partir del circuito de la carta, el desplazamiento tendrá que ver con el «polvo en los ojos», o, dicho de otra forma, con una idea de la experiencia como negatividad. Sin embargo, no habrá sido por falta de visión que a la policía de París se le escapó aquello que hacía «girar entre sus dedos». Cualquier carta no agota su destino cuando comunica lo que contiene. Hay un destino de la carta que va más allá de la mera comunicación. Es por eso que «el significante no es funcional».
Para Lacan aquellas secuencias de repetición exhiben que la verdad no progresa más que a partir de una estructura de ficción, es decir, de mentira. De donde parte el enunciado: «La verdad tiene estructura de ficción».

2009-09-06

Una carta ha sido robada de las habitaciones reales por un Ministro intrigante que fue visto cometer el hecho. La policía registra los cuartos de la casa del Ministro y dedica una semana por cuarto para examinar los rincones más intrincados y los escondrijos más remotos. Observa la encoladura y los ensamblajes de todos los muebles, así como la encuadernación de los libros, atenta a la menor señal de un reciente cambio. Compara también la capacidad de los armarios con la suma de la capacidad de los cajones. Busca en el edificio entero, en las dos casas contiguas, en los sótanos y en el terreno de los predios. Usa taladros, sondas y microscopios. Asalta en la calle al Ministro para cachearlo por si acaso la lleva consigo. Pero es inútil, no encuentra la carta robada. La policía repite la pesquisa por consejo de Dupin, a quien el Prefecto de París había presentado los detalles, de manera no oficial. Dupin está seguro de que la carta está en la casa, sólo que no está en el ámbito de la búsqueda del Prefecto, cuyos principios de investigación fracasan por no tener en cuenta al adversario. Dupin conoce bien al Ministro. Va a visitar a ese hombre, astuto cortesano y audaz chantajista, confiado en que, ante el problema de ocultación de la carta, ha empleado el recurso más simple: no ocultarla. Mientras en apariencia sigue con toda atención las palabras de su anfitrión, ve sobre la repisa de la chimenea una maltrecha carta, saliente de un viejo tarjetero. Se da cuenta de que ésa es la carta robada.

Y bien, sí. El problema es simple, y sin embargo nos desconcierta.
Quizá es precisamente la simplicidad lo que los desconcierta.

La trama de The purloined letter define la poética del género. Dupin, encerrado en una biblioteca, sostiene el enigma, la sorpresa y encuentra la solución justa que Borges exige de un cuento policial. El recurso del book-closet sirve para que el lector sepa que se encuentra leyendo una historia que se limita a la discusión y a la resolución intelectual de un problema estricto. Literatura del pensamiento, destaca el origen intelectual del relato policial, a la vez que recuerda la belleza, la necesidad de un orden y de una regularidad en las obras literarias. El género se engaña, como el Prefecto, cuando para enriquecer la literatura recurre a las lupas, registra muchas veces la casa, todos los lugares comunes. Dupin no pone en duda la perfección de ese trabajo, dentro de sus limitaciones. Sin embargo, el relato policial representa la obligación de inventar; primero, un problema determinado; segundo, el misterio debe ser descubierto por una operación intelectual y no realista.