2023-10-25

El conde


2023-09-23

Fumo

La primera novela de José Saramago de mi biblioteca fue un regalo de Claudia Csörnyei, El evangelio según Jesucristo. En la parte superior de la cubierta estaba impreso en letras mayúsculas: Premio Nobel de Literatura 1998.
Claudia era por entonces correctora en Crónica. Comentó que antes de que Saramago obtuviera el merecido Premio, ella había leído Historia del cerco de Lisboa. Una maravilla de libro, dijo.
Me convertí en un lector entusiasta de las novelas de Saramago. De todas ellas, la más inquietante resultó ser Todos los nombres. Por su sencillez, quise tenerla en la lengua original. Y la releí antes de la muerte del autor.
Aplacé la lectura del libro elogiado por Claudia durante más de una década. Por otro lado, en la mitad, me perdí a causa de las diferentes capas espacio-temporales que tiene. La novela cuestiona la toma de Lisboa en el s. XII: niega lo establecido acerca de portugueses y cruzados. Recuerdo a Raimundo Silva, corrector editorial, recorriendo las calles de Lisboa —como Ricardo Reis, en Año de la muerte— mientras reescribe con su imaginación el pasado de la ciudad, tierra de moros.
Hace poco traje del sur de Brasil, História do Cerco de Lisboa. Mi reto es releerla en portugués. La relectura es encantadora y depara sorpresas.
Estoy en la p. 46, y poco después de terminar uno de los pasajes históricos, la novela dice:

«Raimundo Silva pensou, pessoanamente, Se eu fumasse, acenderia agora um cigarro, a olhar o rio, pensando como tudo é vago e vário, assim, não fumando, apenas pensarei que tudo é vário e vago, realmente, mas sem cigarro, ainda que o cigarro, se o fumasse, por si mesmo exprimisse a variedade e a vaguidade das coisas, como o fumo, se fumasse.»

El fragmento me parece hermoso en dos sentidos, por la inserción del "pessoanamente" y por la alegoría del humo. Así, dice para mis adentros: Raimundo Silva pensó, pessoanamente, Si yo fumase, encendería un cigarrillo ahora, mirando al río, pensando en lo vago y cambiante que es todo, pero, al no fumar, pensaré que todo es cambiante y vago, realmente, pero sin cigarrillo, aunque el cigarrillo, si lo fumara, expresaría en sí mismo la variedad y la vaguedad de las cosas, como el humo, si fumara. La edición en español me ayuda a entender los pasajes históricos; en esta página, el impulso incluyó el fragmento citado, que omite la alusión a Fernando Pessoa. Dice así:

«Raimundo Silva pensó, penosamente, Si yo fumara, encendería ahora un pitillo, mirando al río, pensando que todo es vago y vario, pero así, al no fumar, pensaré que todo es vario y vago, realmente, pero sin pitillo, aunque el pitillo, si lo fumara, por sí mismo expresaría la variedad y la vaguedad de las cosas, como el humo, si fumase.»
Traductor: Basilio Losada

De repente, me viene a la cabeza Santiago Kovadloff, que tras haber traducido Ode marítima, el Livro do desassosego y Ficções do interlúdio, hoy anhela ser el eco humanista de la penosa candidata del macrismo.

PAZ-RUDY, 2023-09-23
S. FERNÁNDEZ, 2023-09-17: Del frenesí mortuorio de Bullrich al moralismo selectivo de Kovadloff


2023-05-11

El espejo irreal

Poco después del final de la guerra civil española, Jorge Luis Borges escribió en El Hogar que había visitado el Prado antes de 1921 —esto es, en el primero de sus dos viajes a Europa hasta la publicación; el tercero tendría lugar en 1963.
Las estadías de Borges en Madrid son la bisagra de una cronología que merece ser contada, porque el artículo en la revista argentina hará referencia al espejo, pero la sala de 1899 había sido desmantelada para hacer espacio a las ampliaciones del Museo y Las meninas llevaba ya al menos una década en la gran Sala Basilical, donde no había espejo.

1910
Las meninas es exhibida en la Sala Basilical (sala 12), junto a otras obras de Velázquez, a la derecha de la entrada de su anterior sala, que se encuentra clausurada y cubierta por una cortina sobre la que es expuesta Mercurio y Argos en compañía de Enano con perro.

1914
Apenas llegada a Europa, la familia de Borges es sorprendida por la Primera Guerra Mundial y queda encajonada en Ginebra. Norah emprenderá estudios en Bellas Artes y Jorge Luis el bachillerato. Los adolescentes se empaparán de intensidad en el expresionismo alemán.

1915
Derribo de la antigua sala de Las meninas.

1918-21
Durante este período, El Museo del Prado realiza obras de ampliación en el contrafrente: una hilera paralela a la galería central, de forma que implicará dos volúmenes de salas nuevas, seguidas o puestas a continuación en dirección N-S, a los lados de la Sala Basilical.
Entretanto, Los Borges se mudan en 1918 a Lugano. Finalizada la guerra viajarán a Barcelona.
En 1919, se instalan en Mallorca. Al llegar el otoño parten hacia Andalucía y a finales de año se establecen en Sevilla, donde los hermanos se unen con entusiasmo a la vanguardia ultraísta. Con sus obras estarán presentes en la revista Grecia, donde el 31 diciembre es publicado el primer poema de Jorge Luis, dedicado al jefe de redacción y amigo, Adriano del Valle. Las cualidades de Norah son exaltadas por el director de la revista en el siguiente número. Tres números más tarde, Norah devendrá musa de la vanguardia a partir de la reproducción de una xilografía.
El próximo destino es Madrid.
Desde fines del invierno de 1920, Jorge Luis concurre a diferentes tertulias madrileñas. Con veinte años de edad, inicia una estrecha amistad con el escritor Rafael Cansinos Assens, que tiene treinta y siete. Cansinos había orientado el manifiesto de 1918 que acuñó el término ultraísmo y donde se anunciaba la aparición de una revista llamada Ultra.
En una carta a del Valle, Borges comenta que el poeta Pedro Garfias lo ha llevado al círculo literario que Cansinos presidía los sábados a medianoche en el Café Colonial. Entonces, visiona el Café: «[…] lleno de luces y de espejos que lo ensanchan, que lo hacen infinito, que multiplican las panojas de luces de oro, que fructifican los racimos de rostros, que le dan algo de laberinto, algo de estar en el centro del universo, a partir de las neblinas de la prehistoria y marchar a venideras auroras.» Alejandro Vaccaro señala que Borges, en estas líneas desde Madrid al amigo sevillano, nombra tópicos que serán constitutivos de su literatura. Habla de espejos, infinito, laberinto, centro del universo. Distintos nombres para una ficción en cuyo centro sólo vive otra ficción. En la carta fechada el 4 mayo 1920, dirigida desde Zaragoza a Maurice Abramowicz, amigo que había conocido en la Biblioteca Pública de Ginebra, Borges expresa: «¡Querido hermano! Ayer he dejado Madrid […]» Luego, Barcelona será paso obligado para una visita médica del padre en Ginebra. A mediados de junio, la familia vuelve a Mallorca.
El 27 enero 1921 aparece en Madrid la anunciada revista Ultra: Norah colabora con ilustraciones y Jorge Luis con una reseña y un poema. El 23 febrero, los Borges se trasladan de Mallorca a Barcelona para embarcarse de regreso a Argentina. El 24 marzo llegan a Buenos Aires después de siete años en Europa.

Durante el corto tiempo de la primera estadía de Borges en Madrid, algo más de dos meses (A. Vaccaro), de marzo al 3 mayo 1920 — a lo sumo, desde febrero (M. F. Galesio y P. Melgarejo)—, el cuadro Las meninas se expuso en la Sala Basilical, adonde había sido trasladado en 1910, y permanecería inmutable en el mismo sitio hasta el otoño europeo de 1928.

1923-4
La familia Borges viaja por segunda vez a Europa en julio 1923. Jorge Luis lleva ejemplares de Fervor de Buenos Aires, impresos unos días antes de la partida con un grabado de Norah en la tapa. El concejal socialista Roberto Giusti presentó el poemario de Borges al Premio Municipal de Buenos Aires. Giusti había sido uno de los fundadores en 1907 de la revista literaria Nosotros, que había incluido en diciembre 1921 una antología ultraísta, firmada por Borges. Al cierre de la recepción de las obras, 31 octubre, los Borges ya habían visitado Londres y París, y se encontraban en Ginebra.
En la víspera de Navidad viajaron a Barcelona, donde pasaron las fiestas; luego iniciaron un periplo invernal por Andalucía y, como en el primer viaje, la familia se instaló en Madrid al final del invierno. El 10 abril 1924, se da a conocer el fallo del Premio Municipal. Borges recibe en Madrid, o de camino a Lisboa, la noticia de que su primer libro había obtenido una mención en el concurso, con Giusti miembro del jurado (C. García).
La revista Alfar, de La Coruña, publicó el artículo Examen de metáforas en dos partes; la primera en mayo y la continuación en el número de junio-julio. En ambas, al final del texto, aparecía que había sido escrito por Jorge Luis Borges en «Lisboa, 1924.» El número de mayo reproducía, apenas dos páginas después del Examen, una serie de cinco obras de Salvador Dalí pintada el año anterior a la edad de diecinueve años, entre ellas Retrato de mi hermana.
Tras una búsqueda infructuosa de los antepasados paternos, los Borges llegaron a Buenos Aires en un vapor procedente de Lisboa el 19 julio 1924. Casi medio siglo después, en conversación con María Esther Vázquez en la Biblioteca Nacional de la calle México, Borges bromearía diciendo que «había tantos Borges [en la guía telefónica portuguesa] que era como si no hubiera ninguno.» Sostendría que también había descubierto «con tristeza que un enemigo de Camoens se llamaba Borges y tuvieron un duelo.»
—Esperemos que no haya sido pariente suyo...
—Haré lo posible para que no lo sea, ya que es tan fácil modificar el pasado.

Antes [de 1921], en el Museo del Prado, vi el conocido cuadro velazqueño de Las meninas: en el fondo aparece el propio Velázquez, ejecutando los retratos unidos de Felipe IV y de su mujer, que están fuera del lienzo pero a quienes repite un espejo. Ilustra el pecho del pintor la cruz de Santiago; es fama que el rey la pintó, para hacerlo caballero de esa orden... Recuerdo que las autoridades del Prado habían instalado enfrente un espejo, para continuar esas magias.
El Hogar, 2 jun 1939, Cuando la ficción vive en la ficción. En Textos cautivos (1986).

Cinco segundos de EL CUADRO (Andrés Sanz, 2019)

La vía de acceso a Las meninas está mediada en el escrito de Borges publicado en El Hogar por dos escenas iniciales: una de infancia y otra de «[c]atorce o quince años después, hacia 1921». Estas escenas representan una lata de bizcochos e Inglaterra —o la geografía de Inglaterra—, respectivamente. Ambas portan una referencia especular consigo mismas y se atomizan, según un itinerario visual de caída infinita. La contemplación de la lata tiene lugar en Buenos Aires, a los siete u ocho años de Borges. La lectura de la cita de Josiah Royce, sobre el mapa de Inglaterra, en Introducción a la filosofía matemática, de Bertrand Russell, podría haber tenido lugar en España, donde estaba la familia antes del 24 marzo 1921, o también en Buenos Aires, después de su regreso.
A continuación hay una tenue intermisión de tres puntos, y dice: «Antes, en el Museo del Prado, vi el conocido cuadro […]» Qué más añadir; Borges cuenta lo que vio en el Museo en su primer viaje. Sin embargo, pronto vuelve a utilizar los tres puntos, y dice: «Recuerdo que las autoridades del Prado habían instalado enfrente un espejo […]» En esta escena del cuadro, Borges hace ver el modo en que los espacios imaginarios y reales que se espejan entre sí actúan modificando la realidad, que cede en el lienzo —la cruz de Santiago; es fama que el rey la pintó—, y sobre la faz del Museo —las autoridades del Prado habían instalado enfrente un espejo—. El poder que tiene la magia de Las meninas de intervenir en la realidad es el de «la noche DCII, mágica entre las noches.» Las mil y una noches, resume Borges en el párrafo siguiente, viene a contar que «Shahrazad refiere muchas historias; una de esas historias casi es la historia de Las mil y una noches.» Borges invoca al lector para preguntarle si percibe la vasta posibilidad de esa interpolación: «[…] las mil y una noches, ahora infinita y circular... » En otro párrafo más adelante, Borges observa que la inserción de un escenario dentro de otro escenario tiene el poder de «[…] hacer que la realidad nos parezca irreal.»
Es irrelevante para la literatura que el escritor ni siquiera estuviera en Europa en 1910, cuando el cuadro fue retirado de la íntima sala del espejo. Con pasajes del artículo compondrá el ensayo Magias parciales del Quijote (Otras inquisiciones, 1952), pero la escena del cuadro no aparece; Velázquez en las Obras completas (1974) es nombrado una vez:

Cuarenta naipes quieren desplazar la vida. En las manos cruje el mazo nuevo o se traba el viejo: morondangas de cartón que se animarán, un as de espadas que será omnipotente como don Juan Manuel, caballitos panzones de donde copió los suyos Velázquez. El tallador baraja esas pinturitas. La cosa es fácil de decir y aun de hacer, pero lo mágico y desaforado del juego —del hecho de jugar— despunta en la acción.
Evaristo Carriego, 1930, El truco

Borges habría sido consciente de que en un momento anterior a su visita al Museo el cuadro había sido expuesto con un espejo. Así, tras la vacilación de los puntos, la frase del espejo puede leerse como: «… [Es fama] que las autoridades del Prado habían instalado enfrente un espejo […]» Es decir, en correspondencia con la expresión usada para la cruz de Santiago. No vio el espejo, pero tampoco pretendió restituir el pasado en las líneas para la revista; a tal punto que en Magias parciales del Quijote suprimiría cualquier elemento autobiográfico.
El coleccionista Vaccaro constata una visita al Museo:

1924
Agotados los paseos por la Castellana, revisados palmo a palmo los rincones del Prado, visitados los espacios comunes con los amigos, los Borges decidieron emprender el regreso [a la Argentina].
Georgie (1899-1930), Segundo viaje a Europa p. 237; A. Vaccaro

Tal vez los Borges aún no habían salido de Madrid rumbo a Lisboa, para embarcar después hacia Buenos Aires, cuando en una Asamblea del Museo, un miembro del Consejo solicitó que Las meninas se colocara en un lugar adecuado. En respuesta, el presidente propuso exponer el cuadro tal y como estaba antes. Se necesitarían al menos cuatro años más para adaptar los nuevos volúmenes destinados a salas en el contrafrente del Museo. Para entonces, el Consejo acordaría que la nueva sala de Las meninas alojara sólo ese cuadro (J. Portús).
En la búsqueda de la habitación de Las meninas que visité cuando tenía seis años, el nombre del escritor argentino se escribió de forma inesperada. Las reformas del Museo del Prado hablarán de nuevas y viejas salas, con la ventana, la pintura de Velázquez y el espejo.

2022-09-11

Prefabricada