Lunes, 02 de Marzo de 2009 00:07
[…] descansé un poco de Barthes, pero volví a retomar los Fragmentos en estos días; especialmente leí la figura donde describe lo irreal / lo desreal. Balbuceé muchas conexiones con la escritura (el propio Barthes las hace: él discurre acerca del «decir» / «escribir»)... El mundo atónito.
Miércoles, 10 de Junio de 2009 11:42
[…] ahora que tenés fresca la lectura de Werther, me gustaría que busques la página que es referida por Barthes. En 3 (Pasolini), últimas líneas, dice:
[...la buena frase...] me retiene al borde de la realidad que se aleja y se hiela poco a poco, como la miniatura vidriada del joven Werther (—la Naturaleza, hoy, es la Ciudad—)
Supongo que la miniatura es una cápsula de nieve. Hay un pasaje de mi novela que incluye una cápsula con la Difunta Correa. Quiero pensar los conceptos de irreal / desreal. Te lo he mencionado, como al pasar, en un correo de marzo.
Lunes, 15 de Junio de 2009 21:13
[…] loco de buscar la miniatura vidriada... no está, ¿dónde está?
Te mando un adjunto, resumen de mi búsqueda después de recibir tu e-mail (en la semana te escribo más largo)... Pero aprendí a escribir: miniatura, transparente cristal, ventana, vaso y «amada mía» en alemán.
Martes, 16 de Junio de 2009 19:38
En el correo de ayer, «meine Beste», se me pasó una palabra muy cercana.
La palabra «letra».
En alemán, Zierbuchstabe designa «miniatura». Precisamente, tras la busca de Zierbuchstabe llegué a la partícula Buchstabe que corresponde a la palabra «letra».
¿No es digno de nota que «miniatura» referencie a «letra»? La verdad, me admiré del encuentro. Es rara la relación, aunque no descabellada, me parece.
Miércoles, 01 de Julio de 2009 09:37
Leí con gusto la primera parte de Werther. Me llamó la atención el espíritu tempestuoso del héroe, rasgo que no había percibido a través del prisma Barthes.
Aviso: no encontré la miniatura.
Jueves, 02 de Julio de 2009 11:00
Empecé la segunda parte y me encantó el cambio en los destinatarios de las cartas.
Lunes, 06 de Julio de 2009 13:17
Terminé la segunda parte y me atrajo muchísimo seguir las pasiones de Werther. En los primeros días, las pasiones parecen haberse calmado, pero de pronto empiezan las lamentaciones, y, más o menos hacia octubre, se avalanchan en tropel. No sabemos si las entradas corresponden todas a cartas... parece que leemos dos soportes: cartas, principalmente destinadas a Wilhelm, y hojas de un diario personal.
Viernes, 17 de Julio de 2009 13:17
Ahora en igualdad de condiciones porque acabo de terminar.
Si alguien sabe de la miniatura vidriada, le ruego información... yo pagaré... un poco con amor, un poco con verdad.
2009-07-24
2009-07-17
Ayer, mientras conversaba con Víctor sobre las motivaciones al momento de comenzar a leer una novela, comenté que había experimentado al menos dos al ponerme con Werther: continuar más adelante con los Fragmentos de un discurso amoroso, puesto que al llegar a Las imágenes tuve la sensación de que me estaba perdiendo muchas cosas por no haber leído previamente Werther, libro de cabecera de Roland Barthes, y, la segunda, encontrar la página donde debía aparecer la cápsula nevada, como yo la llamo, la esfera de agua, como Víctor la llama, o la miniatura vidriada, como Eduardo Molina, el traductor de los Fragmentos, la llama; si, y solo si, los tres hablamos de lo mismo. En una próxima entrada, relataré algunos percances al respecto; antes quiero volver al falso tintero de Paul Auster.
En una entrada de hace casi dos años mencioné la falsa cita de Pinocho en La invención de la soledad. Reproduciré abajo los parágrafos sustanciales, y también, a continuación, algunos comentarios y correos entre amigos.
El tintero falso en Terminé las dos últimas páginas de La invención:
[…]
Durante varias noches revisé fuentes y más fuentes pero no hallé el pasaje del libro de Carlo Collodi que, de acuerdo con Paul Auster en la p. 231 de La invención, diría: «…por un momento [Pinocho] pensó que lo habían sumergido de cabeza en un tintero…»
Por el contrario dice:
«…una oscuridad tan negra y profunda que le parecía como si hubiese entrado de cabeza en un calamar lleno de tinta…»
El calamar lleno de tinta es una imagen tan impresionante como la del tintero. Los lectores de La invención conocemos el increíble despliegue que Paul Auster hace a partir del inusitado tintero o inkwell. Pero dicha imagen tiene un poder de revelación increíble porque no está. El efecto de revelación surge de una cita que por lo menos yo no pude hallar.
Me resulta chocante tener que decirlo. Pero no está en Collodi. Únicamente parece existir en Austerlandia.
La entrada de marzo sobre la miniatura vidriada:
El aire atrapado (o la irrealidad misma)
Nota paranoica: Parece que Gabriela respondiera antes de que yo le dirija mis correos porque escribe desde Australia.
2009-07-04
—Por esto me gustan.
Al finalizar el pasaje sobre las endrinas, Pavese escribió que «hay cosas que basta con que existan y se es feliz sabiéndolo.» Aunque no se coman más que dos o tres.
Imagen: rafamaldo
2009-07-01
La justicia dictaminó a favor de JD Salinger y prohibió la publicación de 60 years later. [The New York Times]
Estaba leyendo una de ovnis cuando recibí la novedad. Me distraje un rato con algunos de los capítulos últimos de la Historia del siglo XX, de Eric Hobsbawm. El historiador hace referencia por ahí al «carácter enfermizo de la cultura norteamericana», y a «la predisposición peculiar» de los norteamericanos «para resolver todas las disputas humanas a través de litigios […]» Esto hablaría, según Hobsbawm, de miedos instalados en la sociedad, encarnados de la siguiente manera: «[…] personas que están dispuestas a correr graves riesgos en la práctica […] viajando en coche por una autopista o desplazándose en metro por Nueva York, pueden resistirse a tomar una aspirina porque saben que en algunos casos raros tiene efectos secundarios.» Así, el miedo a morir envenenado manifiesta una indefensión por parte del individuo, que también podría ligarse, aunque amplificada, a la creencia en las invasiones extraterrestres.
Esta aproximación a la cultura norteamericana se enlaza con otras ideas. Los años sesenta marcaron el triunfo de la sociedad de consumo. Y ya en los cincuenta, la lectura dejó de ser «un actividad tan espontánea» como había sido hasta entonces. A fuerza de ser exacto, el sujeto plural de la oración es el conjunto representado por los niños de las clases ricas. Pero, al inicio del siguiente parágrafo, Hobsbawm generaliza, y expresa que las «palabras que dominaban las sociedades de consumo occidentales ya no eran las palabras de los libros sagrados, ni tampoco la de los escritores laicos, sino las marcas de cualquier cosa que pudiera comprarse.»
No obstante, me parece recomendable leer la demanda de JD Salinger, sobre todo lo que respecta a la construcción de la voz de Holden Caulfield; las interpelaciones al lector; el estilo flashback; las digresiones; etcétera. Incluye la sostenida afirmación: «[60 years later] is a rip-off pure and simple».
JD Salinger's suit [Wall Street Journal]