El género policial es realista, de violencia, un género de violencias sexuales también [...]
Se ha olvidado el origen intelectual del relato policial.16-junio-1978
Fuente: Borges Oral.
Sin embargo, el género policial no debe ser leído tan sólo en el espacio de la biblioteca, sino como un efecto de la cultura de masas. Walter Benjamin equipara al detective con el flâneur que vagabundea ociosamente por entre la multitud de París durante los tiempos florecientes del Segundo Imperio. Porque tras la indolencia aparente del flâneur, dice Benjamin, se «oculta una vigilancia que no pierde de vista al malhechor.»
El crimen ha migrado ya de las Cortes, o del interior del Estado, a la sociedad de masas, de donde el temperamento detectivesco toma «cosas al vuelo; y se sueña cercano al artista». A la vez, «la merma de rastros que trajo consigo la desaparición de los hombres en las masas de las grandes ciudades» ve surgir a la ciencia criminalística «en ayuda del proceso administrativo de control. [...] La
fotografía hace por primera vez posible retener claramente y a la larga las huellas de un hombre.»
Benjamin coincide con Borges en que el interés por el relato policial reside en la trama, la cual no tiene, en tanto que construcción lógica y ordenada, «por qué ser propia de las narraciones de crímenes [...]». Luego, según resume Ricardo Piglia, el género puede ser leído como un intento de tematizar o comentar la relación entre fact y fiction.
Benjamin ilustra la sagacidad detectivesca, unida a la amable negligencia del flâneur, con Los mohicanos de París, donde el héroe de Dumas se entrega «a las aventuras persiguiendo un jirón de papel que ha abandonado a los juegos del viento. Cualquiera que sea la huella que el flâneur persiga, le conducirá a un crimen.» Esta maravilla, que como Benjamin explica , todavía «no glorifica al criminal», no obstante sitúa al género en los umbrales de Cosmos, la novela indiciaria de Witold Gombrowicz.