Primer Quijote. Capítulo XV. Donde se cuenta la desgraciada aventura que se topó don Quijote en topar con unos desalmados yangüeses
«(…) Sucedió, pues, que a Rocinante le vino en deseo de refocilarse con las señoras facas, y saliendo, así como las olió, de su natural paso y costumbre, sin pedir licencia a su dueño, tomó un trotico algo picadillo y se fue a comunicar su necesidad con ellas (...)»
Pobrecito, se le rompieron las cinchas, quedó sin silla y en pelota. Después los arrieros aparecieron con palos y lo derribaron malparado en el suelo.
3 comentarios:
Pienso que refocilarse debe ser tener un acto sexual relampagueante y harto satisfactorio. ¡Qué contraste de deseos equinos,palos, pelotas y mi sonrisa!
Hoy quisiera comerme en corazón de Scott, la distancia esta vez me privará de ese tan preciado manjar.
El vaga por una estepa lejana y yo me siento como Rocinante, mollida a palos
No seguiste con el Quijote?
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