2015-12-30

Frágiles muñecas del olvido

Cuando a la gente que quiere ser mejor se le proponen modelos torpes y valores ilegítimos, el ridículo, la parodia instalan su reino. Cuando el ideal es ser fino y el molde es la cursilería, se acaba doblando el dedo meñique para tomar la taza. Pero esto no me causa gracia. No escribí Boquitas pintadas como una parodia, sino como la historia de gentes de la pequeña burguesía que, como primera generación de argentinos, debía inventarse un estilo.



El beso de sus Boquitas pintadas

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