2007-07-31

Federico habla del barrio de Congreso, desierto durante los fines de semana, y de las vías de Colegiales, próximas a la clínica donde su padre está muriendo de cáncer; una discusión del hermano y la mamá con el papá, que recrimina el trato que todos le dan, como si él estuviera muriéndose.
Un cuento que escribió su hijo Juanito sobre una pareja de pájaros que vuelan hambrientos hacia el sur en un intento desesperado de encontrar un horizonte en donde haya la suficiente comida como para no tener que comerse a sus propias crías, «a los nuevos hijos que, seguramente, van a ir naciendo durante el camino».
A Federico le parece escuchar un cuento sobre la patria.
Palabras sobre la escritura; las posibilidades infinitas de la escritura, una fiesta. Sin embargo, esa noche, esa larguísima noche en Congreso, la página en blanco se presentará «sin ninguna posibilidad de infinito, sin esperanzas, sin fiesta». Una página negra: papá murió el jueves a las nueve de la noche.

5 comentarios:

gaab dijo...

lo siento muchisimo.
g

Gustavo López dijo...

Federico Jeanmaire sitúa los conceptos: padre, patria y escritura en un terreno tremendamente subjetivo, al punto tal que cuando la editorial Sudamericana le envió copia de la novela para que hiciera las últimas correcciones, dijo que no podía volver a leerla.
Porque no podía parar de llorar.
Hay en la web una entrevista al autor de Papá, de Aquiles Cristiani, en la que aparecen las muchas tensiones de la novela, como ser las que se dan entre recuerdo y memoria, verdad y verosímil, autobiografía y ficción.

gaab dijo...

me produce una infinita envidia tu manejo de las palabras como si fuesen agua.
en tus escritos, cuando sos vos el que habla, tus palabras se deslizan, van resbalando por la pantalla. Rara vez se atascan en la voz silenciosa de mi cabeza aunque se me enredan dentro. te envidio profundamente la habilidad de expresar con elegancia y no sucumbir a la tentación de la escritura petulante, esa que lleva a tantos a juntar en un párrafo todas las palabras de más de tres sílabas que conocen para no decir nada. Y uno, a duras penas, puede escaparse de esos párrafos. Y te envidio el tiempo que yo no tengo porque mis hijas se lo comen como si de chupetines se tratara.

Gustavo López dijo...

Otro federico escribió:

Hace ocho años y veintitrés días que quisiera NO entender el llanto y catarsis de Jeanmaire, amigo Gustavo.


Y copió a continuación esta canción::

Amo los pájaros perdidos
que vuelven desde el más allá,
a confundirse con un cielo
que nunca más podré recuperar.

Vuelven de nuevo los recuerdos,
las horas jóvenes que di
y desde el mar llega un fantasma
hecho de cosas que amé y perdí.

Todo fue un sueño, un sueño que perdimos,
como perdimos los pájaros y el mar,
un sueño breve y antiguo como el tiempo
que los espejos no quieren reflejar.
Después busqué perderte en tantas otras
y aquella otra y todas eras vos;
por fin logré reconocer cuando un adiós es un adiós,
la soledad me devoró y fuimos dos.

Vuelven los pájaros nocturnos
que vuelan ciegos sobre el mar,
la noche entera es un espejo
que me devuelve tu soledad.

Soy sólo un pájaro perdido
que vuelve desde el más allá
a confundirse con un cielo
que nunca más podré recuperar.

Los pájaros perdidos (1947)
Letra: Mario Trejo
Música: A. Piazzola

Pastora dijo...

Miraba la fotografía de un escritor cuando era niño.
Está en la tapa de la novela "Papá".
Un cochecito, el nene y el padre. El Papá es el de Federico Jeanmaire. Veo, al fondo, la Basílica de Luján.
Me detengo allí, en la imagen de los protagonistas de esta novela que acabo de cerrar.
Después comparo la fotografía de la solapa, donde Jeanmaire adulto fuma y sostiene el paraguas en un día de lluvia, con la del padre joven que posaba en Luján.
Y son tan iguales que parece que el hombre que está en la tapa se hubiera cambiado el traje para hacer la foto del interior.
Pero el niño no, no se parece a J.
Es poco creíble que J. haya sido alguna vez este niño.
Sospecho entonces que se me escapa el niño de un año, o dos.
¿Fuimos esos niños de las fotos en los álbunes?
No.
Por más que pinche la memoria, como hace el médico, para saber si el músculo está vivo o no.