2008-04-26

Nunca antes había besado la mano de un hombre. Lo hice en una desesperación de ternura.
Vengo entrelazando cosas desde hace meses entre la literatura y la vida. Le contaba a Paulino, felizmente le contaba todo.
Ahora cuento qué hice ayer con dos puñados de las cenizas de Paulino. Los tiré. No los solté, ni los diseminé. Los tiré con violencia. Pero esa violencia es la fuerza de contar todo.
Cuando fue la primera operación y pasé a verlo, abrió los ojos. Inmediatamente extendió una mano y se la besé.
Paulino afirmaba que un amigo es uno mismo pero con otro cuero. Se trata de una afirmación de Atahualpa Yupanqui; muy feliz creo. Uno mismo, pero con otro cuero.
Entonces, pasó que el martes pasado perdí a mi otro cuero.
Hablábamos mucho, y esto es un problema, porque no sé ahora con quién. Seguramente él estaría más o menos como yo ahora.
En marzo le alcancé personalmente la una. Y conversé con él algunas cosas que la missing piece pareció reflejar en los demás. En diciembre de 2007, Paulino escribió algo así: El ojo que ves, no es ojo porque lo ves sino porque te ve.
La visión incompleta. Qué pesada la urnita.
El hijo de Paulino sostenía la urnita destapada, me pareció que sin resolver cómo concluir el asunto de haberla traído hasta la Costanera Sur. Con su consentimiento tomé un puñado de cenizas y lo tiré. Luego otro y lo tiré también. A continuación los otros alivianaron un poco más el peso. Agarraron cenizas y las diseminaban, hasta que por último el hijo de Paulino volcó la urnita, como si tomara la cabeza del padre por la nuca y lavara su pelo. En la Costanera Sur.
Alguien mencionó el desconcierto de Paulino en las últimas horas. Otro aseguró que se dejó morir, que no había querido alimentarse más. Estaba cansado. Yo no sé, ninguno resuelve nada. De repente, asoma el paralelo entre la literatura y la vida. La vida escurre de la boca, mancha las manos

3 comentarios:

el ruso dijo...

La fusión de las cenizas con la naturaleza. Pese a que todo habría terminado, tengo la sensación de que no hubiera extinción … en el poema, pasa como si José siguiera realizando acciones. La fiesta y la luz se apagaron, pero no hay dolor. Hay acción.

Percibo movimiento, vida, continuidad.

Habría en Drummond una vindicación, una necesidad de recuperación en la muerte, pero sin desgarro aunque exista la ausencia. No desesperación, como la que yo sentí cuando se fueron mis amigos, José y Luis, que murieron en ese orden. Cuando murió Luis, fue como si yo hubiera estado más preparado que cuando murió José. Con más tranquilidad en un sentido, aunque también con más incerteza. Una incerteza del tipo: y ahora, qué carajo hago; porque Luis me invitaba a hacer cosas, a moverme.

Volviendo al poema, encuentro elaboración en la desesperación, en el dolor. El poema no se queda en el grito. Es semejante a Comala de Juan Rulfo, la muerte como voces … me molesta la congelación católica … siento pasmo ante la idea de lo eterno … en cambio, la idea de ciclo, o de la muerte como movimiento, para mí es vivificante. La resolución puede ser la vuelta a la naturaleza.

Víctor Sampayo dijo...

Ante la muerte uno siempre actúa de forma inesperada. Es como si se abriera un lapso único en medio de la cotidianidad, en el que todo adquiere de pronto una significación totalmente distinta. Entonces contemplamos, por breves momentos, el profundo revés de las cosas.

Un abrazo.

Cristina dijo...

"Morire en Buenos Aires, sera de madrugada, dejare mansamente las cosas de vivir...", el lunes Paulino me confio la pieza de rompecabezas que le regalaste. "Cuidala mucho" me dijo.
Las ultimas horas no fueron desconcertantes para el. Estuvo seguro, tomado de mi mano como queria. Acariciado como por su mama.
Asi se fue y me dejo el mejor regalo, me eligio para acompañarlo en el momento mas importante de su vida.
Ahora sera planta, sera flor, sera fruto. En la Costanera Sur, en mi corazon.