2008-11-12

¿Qué hay en el infierno? Porque quien muere desesperado, por fuerza ha de tener aquel paradero.

Antes de la partida hacia Barcelona, Sancho Panza y don Quijote creyeron que Altisidora había muerto por el desamor del hidalgo caballero. Otra vez en el palacio, Altisidora resucita. Luego, Sancho aprovechará y preguntará a la resucitada: qué vio en el otro mundo, qué hay en el infierno.

—La verdad que os diga [...] yo no debí de morir del todo, pues no entré en el infierno; que, si allá entrara, una por una no pudiera salir de él, aunque quisiera. La verdad es que llegué a la puerta, adonde estaban jugando hasta una docena de diablos a la pelota, […] y lo que más me admiró fue que les servían, en lugar de pelotas, libros, al parecer, llenos de viento y de borra […] A uno de ellos, nuevo, flamante y bien encuadernado, le dieron un papirotazo que le sacaron las tripas y le esparcieron las hojas. Dijo un diablo a otro: «Mirad qué libro es ése». Y el diablo le respondió: «Ésta es la Segunda parte de la historia de don Quijote de la Mancha, no compuesta por Cide Hamete, su primer autor, sino por un aragonés, que él dice ser natural de Tordesillas». «Quitádmele de ahí —respondió el otro diablo— y metedle en los abismos del infierno: no le vean más mis ojos.» «¿Tan malo es?, respondió el otro.» «Tan malo —replicó el primero—, que si de propósito yo mismo me pusiera a hacerle peor, no acertara.» Prosiguieron su juego, peloteando otros libros, y yo, por haber oído nombrar a don Quijote, a quien tanto adamo y quiero, procuré que se me quedase en la memoria esta visión.

5 comentarios:

Pastora dijo...

"pero esto no me admiró tanto como el ver, que siendo natural de los jugadores alegrarse los gananciosos y entristecerse los que pierden, allí en aquel juego todos gruñían, todos regañaban y todos maldecían.
-Eso no es maravilla- respondió Sancho-; porque los diablos, jueguen o no jueguen, nunca pueden estar contentos, ganen o no ganen. "

La ninfa dijo...

Imagino al verdadero y al falso autor gruñéndose, regañándose y maldiciéndose en el infierno.... iba a decir, al más puro estilo Arreola-Borges ja ja ja.

Víctor Sampayo dijo...

Este descenso a los infiernos que encontraste en "El Quijote", me hace pensar en un libro que ya antes nos había conectado un tanto equívocamente: "El último lector", pero el de David Toscana, en el que un bibliotecario que vive en el desierto del norte de México, decide qué libros pueden aspirar a un paraíso: es decir, cuáles se quedan en el librero; y cuáles deben caer por fuerza en el dominio de las cucarachas...

anonimous dijo...

Naughty devils!

Vi al pez liso dijo...

A Altisidora le faltó traerse al libro como prueba, como la flor de Coleridge... O mejor, al Aragonés, a ver si descubrimos finalmente quién fue Avellaneda.