2008-12-13

El dolor de un poeta...
Eurídice habla que él no podía pasarse sin ella, desde que su salud, que empeoró de repente, obligó a que fuese internada. Habla que él vivía exaltado; no encontraba sus páginas, porque era yo la que las ponía en orden. Cuando se las corregía se sentía tranquilo. Junto a ti sé quien soy, decía después que yo le había limpiado sus papelajos de la mucha grasa y papilla sentimental que tenían.
Ah, cuánto lastre ha acabado en la basura gracias a mí. Estaba orgullosa de que todos y todas lo admiraran y no me importaba que no supieran que era mérito mío.
Hay diferencia entre ser un narciso cauteloso y un hombre verdadero. Un hombre verdadero va por su camino, sin tener miedo de lo que pueda suceder. Desde que estoy aquí, he oído comentar que Orfeo pide ayuda a todo el mundo y no escucha a nadie y pretende que le estén escuchando y le admiren sólo porque… Quién sabe cómo se las arreglará ahora que no le puedo corregir sus versos. Cometo demasiados errores, decía, pero también era por cómodo, así me tocaba hacerlo a mí y mientras tanto él se ponía a leer el periódico o se iba a tomar una cerveza.
Las mujeres que van a oírle cada vez que lee o da una conferencia lo miman, lo manosean, pero ya me gustaría a mí ver si se ponen siquiera a pasar en limpio tanto papelajo ilegible, esa escritura suya de neurótico.
Es estupendo que te ame un neurótico, da seguridad. Sabes que no se le va a pasar, una idea fija resistente a todos los embates de la vida. No creo que me hubiera enamorado tanto si no hubiese sido tan neurótico. Algo sabe Usted ya de eso, de su solicitud para obtener mi permiso de salida, con todos los sellos correspondientes… ¿Cómo? No le oigo, discúlpeme. Es que no le veo, en esta oscuridad.

Pastiche de Así que Usted comprenderá, de Claudio Magris.

3 comentarios:

Víctor Sampayo dijo...

Esa confianza ciega de que el amor para un neurótico es también una obsesión y que por tanto "sabes que no se le va a pasar, una idea fija resistente a todos los embates de la vida", me hace pensar esos juegos un tanto diabólicos de persecuciones mutuas entre los amantes: ideas fijas que conducen a las más torpes y deliciosas locuras...

Pastora dijo...

Muy pronto, un año después del casamiento, Iván Ilich comprendió que la vida matrimonial, sin dejar de ofrecer algunas ventajas, en realidad era un asunto muy complejo y pesado, y que para cumplir con su deber, es decir, llevar una vida decente, aprobada por la sociedad, había que elaborar un plan de conducta determinado, tal como en el empleo.
Ivan Ilich lo fue elaborando poco a poco. Exigía de matrimonio sólo comodidades: en la comida, en la cama, en el arreglo de la casa y principalmente en el respeto de las formas exteriores decentes que exigía la opinión pública. En lo demás buscó alegría y placer y, si los encontraba, quedaba muy agradecido; si, en cambio, hallaba protestas y rezongos en seguida se aislaba en su mundo aprte, salvado y elaborado por él, en donde encontraba lo que ansiaba..."

"La muerte de Iván Ilich" de León Tolstoi.

silv dijo...

Cuidate de quien te ama...